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Después del paseo de todo el día a Cafayate decidí levantarme más tarde. Caminé hasta el Parque San Martín para subir al teleférico que llega al Cerro San Bernardo. No es tan caro y la vista resulta espectacular. Realmente merece la pena. En la cumbre del cerro hice una caminata buenísima por el sendero ecológico donde el guía, muy simpático, nos explicó sobre las serpientes de la zona y las arañas (por suerte no vimos ningún espécimen de ninguna de las dos). Asimismo, nos mostró las semillas del cebil colorado que los pueblos originarios utilizaban como moneda ya que poseen cualidades alucinógenas, y nos contó que toda la zona estuvo sumergida en el Pacífico, por eso se encuentran algas fosilizadas y trilobites en las piedras.
En el complejo del Cerro San Bernardo uno puede sacar buenas fotos panorámicas de la ciudad. Hay una hermosa cascada artificial y una confitería donde tomar algo.
Cuando bajé, recorrí el parque San Martín y aproveché para comprar artesanías. Es el lugar más barato de Salta para hacerlo.
A la tarde visité el museo catedralicio (donde está el sable de Juan Domingo Perón y el sillón usado por Juan Pablo II en su visita) y el museo Pajcha. Este último es un museo privado un poco alejado del centro y dedicado a la antropología. Tiene algunas cosas únicas, como una gasa aborigen parecida al encaje, joyería mapuche y algunas máscaras raras.
Esa noche cené en Mistela y probé uno de los platos típicos: humita.
Al otro día madrugué para ir al Tren de las Nubes. *Una aclaración*. Este año el tren cerró porque le quitaron la licencia a la empresa privada que lo realizaba a causa de un descarrilamiento. Aparentemente van a reabrirlo el año que viene, alrededor de Semana Santa. Fue muy extraño cómo cancelaron de golpe el servicio. Sea como fuere, ahora volvió al Estado así que es posible que lo que voy a contar resulte muy distinto a lo que verán. Hace dos años había que comprar los pasajes con varios meses de anticipación y eran tan caros como un pasaje en avión.
Ese día me levanté a las 5:10 para llegar a la estación a las 6:10. Se suponía que había que llegar una hora antes de la salida. La verdad es que había muchísima gente y fue un caos. Nada que ver con mi viaje a Machupicchu.
El viaje dura 16hs en total y la vuelta es muy cansadora. El recorrido representa unos 434 kilómetros a una altura de 4.200 metros sobre el nivel del mar.
LA IDA (8hs aprox. a San Antonio de los Cobres).
Nos sirvieron el desayuno (incluido en el pasaje) mientras vislumbrábamos el amanecer. Bellísimas vistas del valle y la precordillera. A media mañana nos trajeron un snack.
Cada vagón tenía una guía que iba indicando las localidades que pasábamos y sus características. También nos explicó que el tren tenía un sistema único para elevarse ya que en vez de hacerlo por cremallera, lo hace por medio de movimientos de zig-zag (como las cabras) y rulos (como el vuelo de los cóndores).
A la hora del almuerzo fuimos al comedor. La comida NO estaba incluida y estaba prohibido llevar alimentos en el viaje. La parte del catering fue lo peor. No sólo tuve que comprar un sandwich de lomo frío que llevé al vagón, sino que encima todo estaba muy desorganizado. La gente se puso furiosa. Comer en el comedor era carísimo.
Estaciones: Cerrillos, Rosario de Lerma, Campo Quijano, Virrey Toledo, Alisal, Chorrillos, Ingeniero Maury, Gobernador Solá, Tastil, Meseta, Diego de Almagro, Incahuasi, Cachiñal, Muñano… En Mina Concordia paramos para realizar maniobras. Como el tren era muy largo (o algo así) para pasar por una curva, lo tuvieron que separar.
Seguíamos subiendo. Nos dieron hojas de coca para coquear. No se mastica sino que se hace una bola (sin los cabitos de las hojas) y se deja en la boca.
Finalmente llegamos al Viaducto La Polvorilla, el lugar más esperado y más emocionante. Bajamos a sacar fotos. Nos vimos rodeados por vendedores, llamas y viento.
Sólo estuvimos unos minutos. Después volvimos hasta San Antonio de los Cobres (no se cruza realmente el Viaducto, sólo lo suficiente para experimentarlo).
En la estación de San Antonio de los Cobres (un poco alejada del pueblo), nos detuvimos una media hora. Hubo un poco de música regional y más artesanos. Yo me compré un gorrito.
LA VUELTA (8hs. aprox. a Salta; hay quienes vuelven en combi)
La vuelta es pesada, especialmente porque luego del atardecer no hay más paisajes espectaculares que ver por la ventanilla. Creo que nos dieron otro snack como merienda. Pasaron dos películas y nos sirvieron té de coca (aunque no gratis). No quise gastar en la cena, que también se pagaba aparte. Un afano completo. Espero que eso cambie ahora.
Hubo un pequeño show folklórico con música de la peña Los Cardones que animó el ambiente. A las diez de la noche, y como en una ceremonia de egresados, nos entregaron diplomas por haber hecho el viaje y sobrevivido al apunamiento. El grupo del vagón fue maravilloso.
Llegamos a la estación de Salta a las 23hs. Pasé por la calle Balcarce y todas sus peñas, pero la verdad es que estaba agotada.