Se me está complicando encontrar el tiempo para escribir en el blog, pero los invito a la firma de ejemplares de mi novela en la Feria del Libro de Buenos Aires.
El tour de Jack el Destripador
28 viernes Abr 2023
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in28 viernes Abr 2023
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inSe me está complicando encontrar el tiempo para escribir en el blog, pero los invito a la firma de ejemplares de mi novela en la Feria del Libro de Buenos Aires.
24 viernes Feb 2023
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inMi plan era viajar a Italia en enero de 2021, pero todos sabemos por qué ese viaje no pudo realizarse. La pandemia retrasó toda posibilidad de salir al exterior. Pero ya con el Covid más controlado el deseo de conocer Italia se hizo más fuerte que nunca. Ahora estaba, claro está, la situación económica de Argentina que siempre parece al borde del abismo (supongo que uno se acostumbra a vivir al borde del abismo).
Ya pueden imaginar los problemas de semejante viaje para alguien con un sueldo docente. A la cancelación de venta de pasajes en cuotas se suma la gran cantidad de impuestos (todos con distinto nombre) que hay en este país para vuelos internacionales. Uno es básicamente un traidor a la patria por querer conocer el mundo y ampliar sus conocimientos. Eso vuelve muy oneroso cualquier pasaje, al menos si uno es de clase media, o lo pretende. El límite de mi tarjeta de crédito no me permitía (ni me permite) pagar el pasaje en una cuota. ¿Cómo hacer? Pedí una ampliación y tampoco.
Sé que algunos compran pasajes más económicos con millas, pero todavía no entiendo el sistema ni confío mucho. Finalmente se me ocurrió una solución que, si bien no iba a abaratar costos, iba a permitirme comprar los vuelos. Ese era el quid de la cuestión. Resolví comprar primero la ida y luego la vuelta. ¿Es la solución ideal? No, pero era la que estaba al alcance de la mano.
El pasaje de ida era el más caro así que iba a necesitar pagarlo usando mis dos tarjetas al límite. Para eso fui a Al Mundo y compré un vuelo a Madrid por Boliviana de Aviación. Había uno de Latam más barato pero con dos escalas y mucha espera. El vuelo de BOA era bastante directo y la verdad es que viajé muy cómoda. La tarifa permitía dos valijas de 23kg y una mascota en cabina. Mucha gente que va con sus perritos elige esta aerolínea por eso.
La vuelta tuve que esperar para comprarla y ya la hice directamente desde Roma con Air Europa. Como dije, la vuelta era más económica. Lo último que pagué fue el vuelo de Madrid a Roma por Iberia.
Así pues, compré los vuelos en partes. También fui pagando varios hoteles por anticipado, en parte porque los que elegí sólo funcionaban sin cancelación. Era un riesgo, pero lo hice.
Salí el 5 de enero desde Ezeiza. Una cosa que me gustaba de los vuelos era que ninguno partía ni llegaba de madrugada. No le tenía mucha fe a BOA, pero salimos puntuales y no tuve ningún problema. Tuvimos una escala en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) donde comí dos pan de queso de Juan Valdez (la cadena colombiana tiene una sucursal en el aeropuerto) y abordamos un avión de Wamos Air, empresa de la que jamás había escuchado y que trabaja con BOA. Antes de abordar pasó algo que nunca me había ocurrido. En el pasillo antes de entrar al tubo que va hacia el avión nos hicieron poner nuestras pertenencias en el suelo (no hablo de las valijas que iban en bodega) y a nosotros enfrente mientras un perro iba oliendo en busca de droga. Raro.
La comida estuvo normal para un avión (nada supera el salmón que daba Latam) y la verdad es que pude dormir un poco así que no puedo quejarme del vuelo. Llegamos antes de tiempo al aeropuerto de Barajas. ¡Otra vez en Madrid! Me apuré a abrigarme.
Tomé el bus a Cibeles como hice en mis otros viajes y en media hora estuve en el hostal que había reservado por email. El hostal Olga donde me hospedé las dos primeras veces que estuve en Madrid cerró por la pandemia y el otro alojamiento adonde estuve en julio 2019 era más costoso.
Me quedé en el Hostal Delfina, un sitio excelente sobre la Gran Vía. Se encuentra en un 4º piso de un edificio con ascensor. Me dieron una habitación con vista a la avenida. Hermoso. La habitación era amplia, muy limpia y confortable. Buen wifi y calefacción. Baño renovado. La señora Delfina es muy amable. La tarifa no incluye desayuno, pero vale la pena hospedarse ahí. Lo único de lo que puedo quejarme es que, al tener una habitación a la calle, me molestaban un poco los ruidos de ambulancias o patrullas pasando por la noche. Supongo que es costumbre.
La tarde en que llegué no hice mucho. Caminé un poco y me acosté temprano. Todavía estaban encendidas las luces de navidad así que me encantó caminar al anochecer.
Al día siguiente comenzaban las rebajas así que realicé algunas compras y revisé precios. Algo tranquilo para recomponerme del viaje y recuperarme del jet lag. Mucha gente por todas partes. Compré una sim card Vodafone para estar conectada (10 euros) y pasé por la oficina de turismo para pedir algunos datos.
Obviamente, el domingo cuando tenía planeado todos los paseos, amaneció nublado y lluvioso. Era un anticipo de lo que vendría luego (aunque falta para eso). Yo había dudado mucho entre ir a Ávila o al Monasterio de El Escorial y al final, por recomendaciones, terminé eligiendo este último. No contraté excursión ya que es muy fácil ir por cuenta propia (y más barato).
Lo malo de El Escorial es que no se pueden sacar fotos del interior, salvo en patios y pasillos. El Real Monasterio de El Escorial comenzó a diseñarse en 1561 -año en que se trasladó la capital de Estaña de Toledo a Madrid- bajo el mando del rey Felipe II en honor a su padre el emperador. Allí también se alzó la casa real y el panteón, entre otros edificios.
Lo primero que visité es la biblioteca fundada por Felipe II. No solamente las pinturas son impresionantes sino que me emocionó estar ahí ya que en la facultad me había tocado transcribir fragmentos de un códice escurialense (o sea, un manuscrito conservado en El Escorial) a través de un CD con el texto escaneado. ¡Y ahora me hallaba donde ese manuscrito estaba guardado!!!! No pregunté por el mismo (aunque recuerdo perfectamente su número de identificación) para no decepcionarme.
De la biblioteca al patio frente a la basílica y al claustro principal. En una de sus naves hay una escalera monumental donde se puede ver «La gloria de la casa de los Austria» de Giordano Luca. Confieso que después de este viaje terminó doliéndome la nuca por ver tantas cúpulas pintadas. Al lado se encuentra la iglesia vieja (previa a la basílica). Ahí se distingue «El martirio de San Lorenzo» de Tiziano. Pasé a las Salas Capitulares donde se reunían los monjes Jerónimos. Las salas poseen una excelente colección de pinturas. La que más recuerdo, sin embargo, es «El martirio de San Mauricio» de El Greco. Es uno de mis pintores favoritos y es un cuadro muy interesante ya que en diferentes planos cuenta la historia del santo (como en viñetas pero sin distinción): en primer plano a la derecha vemos la conversión de San Mauricio (vestido de coraza azulada y con barba), en segundo plano hacia la izquierda aparece el martirio. El hecho de colocar el martirio en segundo lugar no le gustó al rey y contrató a otro pintor para reproducir la escena del martirio en la basílica.
Otros lienzos importantes en las salas son «La última cena» de Tiziano, obra encargada para el refectorio del monasterio (miren los detalles alrededor de Judas) y un fragmento de «La creación» de El Bosco.
Después bajé al panteón de los infantes construida en el siglo XIX para enterrar a miembros de la casa real que no fueron reyes. Destaco la tumba de mármol de Juan de Austria, hijo ilegítimo del rey Carlos V y con una historia fascinante. Héroe de la batalla de Lepanto y merecedor de una película o miniserie. Más abajo se halla el panteón de los reyes de planta octogonal finalizado en 1654. Ahí se encuentra enterrado Carlos V y reyes y reinas de España que lo sucedieron.
Luego subí al Palacio de los Austrias donde se pueden ver los cuartos de los reyes. Bastante austero pensando que era para Felipe II y su hija. Muy chicas las camas. La sala de las batallas con pinturas bélicas triunfales también forma parte de este palacio. Al lado empieza el Palacio de los Borbones decorado con exquisitos tapices.
Finalmente visité la basílica. Es muy bella, pero nada que me impactara. Pero escribir este recuento luego de Italia es un poco injusto.
Pese a la lluvia fui al Jardín de los Frailes y al Jardín de los reyes con setos perfectamente delineados y rosas invernales. En primavera debe ser una delicia. Desde allí se tiene una vista espectacular de los alrededores ya que se ubica en una posición elevada.
Terminada la visita caminé hasta la estación de tren (2 km que me parecieron eternos) para tener otra perspectiva. No sé si valía la pena. El tren tardó bastante en pasar y me dejó en la Plaza Puerta del Sol. Lo más curioso fue el baño de la estación que por fuera parece un ascensor y se abre con una moneda. Me hubiera gustado comer algo pero esperé a llegar a Madrid para no perder el tren ya que luego tenía un tour nocturno. Ya en el centro, compré un sandwich de pollo braseado con cebolla caramelizada y una empanada de bonito en La Mallorquina. Muy rico todo.
Hay más para hacer en El Escorial ya que como la corte siguió a Felipe II hay muchos edificios históricos alrededor de la Casa Real. Yo solo vi las fachadas. De todo lo que me pareció más interesante es el Real Coliseo Carlos III (el teatro cubierto más antiguo de España), la Silla de Felipe II (una roca con un mirador al Monasterio) y el tren histórico de Felipe II (que no funcionaba en enero). Además a 8 km se encuentra el Valle de los Caídos. De todo esto lo que me quedé con más ganas de conocer fue el mirador en el bosque de La Herrería. Pero con un día tan espantoso no estaba para caminar 3 km bajo la lluvia (más la vuelta). Igual los alrededores de San Lorenzo están llenos de restaurantes y, por la época, había muchos pesebres. La zona es muy linda.
Como dije, a las 19:30h tenía un tour a la gorra por el centro de Madrid. Era un tour de fantasmas y leyendas que había reservado por Civitatis así que la lluvia le dio ambiente. Recomendado si quieren conocer Madrid, pero con otra mirada. Más allá de lo simpático de las puertas del Ratón Pérez (distribuidas por la ciudad), la guía contó varias historias terroríficas. La leyenda no necesariamente coincide con lo que luego investigué, pero los mejores relatos fueron los de la momia de Conchita Velasco, el número 3 de la calle Antonio Grilo que esconde los crímenes que inspiraron la película «Malasaña 32», la famosa Raimundita de las psicofonías del Palacio de Linares que me traumaron en la adolescencia cuando las escuché, las cuevas de Sandó donde ahora venden cócteles pero antes operaba la inquisición y el ahora estacionamiento de la plaza Santo Domingo, antes iglesia, donde fuera enterrada viva la «endemoniada».
Mi última noche en Madrid terminó frente a la fuente de Cibeles con los edificios iluminados hablando de fantasmas. Al otro día recorrí un poco por los alrededores del alojamiento (¡salió el sol!) y luego me fui temprano al aeropuerto para tomar el vuelo a Roma. Iba a comenzar la verdadera aventura.
DATOS:
30 viernes Dic 2022
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Hoy no va de viajes sino de una historia que bueno, sí tiene que ver con un viaje.
Julio 2019. Esas vacaciones de invierno cumplo mi sueño de ir a Inglaterra. Llego con un calor asfixiante al punto que al otro día tuvieron que suspender los trenes. Ese día de calor, tal como pueden leer en mi entrada sobre Londres, realicé dos tours a pie. Uno sobre locaciones de «Doctor Who» y otro sobre Jack el Destripador. No lo sé. Siempre me gustaron los policiales y el de Jack es uno de los grandes misterios no resueltos de la historia criminal.
Avanzo unos días hasta Stratford-upon-Avon. Después de una larga fila para entrar a la casa de Shakespeare por fin estoy adentro. Una de las habitaciones tiene un ventanal con firmas de famosos escritores. Cuentan que la casa del bardo se convirtió en lugar de peregrinación para escritores en busca de inspiración. Recuerdo en particular la firma de Dickens. Estoy por salir de la casa. Hay un sitio donde uno se puede sentar con una pluma y sacarse una foto. Mientras me siento y me preparo para posar pienso: ¿por qué no? Siempre quise ser escritora, pero llevaba años estancada. Por eso estudié Letras y guión de cine. ¿Por qué no pedir también? ¿Qué podía perder? Así que lo hice. Esa tarde volví a Oxford (donde me estaba hospedando) y fui al pub The White Horse. Había elegido ese pub porque me había hecho fan del inspector Morse tras ver la serie con mamá en Europa Europa. Ese pub aparece particularmente en la serie, en la secuela (Lewis) y en precuela (Endeavour).
Traté de no ir muy tarde para tener lugar ya que el sitio es chico. Entré, pedí mis fish & chips con té helado en la barra (no me gusta la cerveza), escapé de un par de yanquis que me agarraron (sí, fue incómodo, pero por suerte intervino un mozo español) y conseguí una mesita bajo la foto de John Thaw, el actor que representaba a Morse. El bullicio era extremo. La comida no tardó en llegar y en ese momento se formaron en mi mente las primeras palabras de una novela. Las palabras fluían sin parar, pero la mesa era chica y tenía la comida delante de modo que disfruté de mi cena entretanto repetía las palabras para acordármelas de memoria. Ya en mi Airbnb las anoté en mi cuaderno.
Al otro día viajé a Bath y me puse a pensar en la historia. Sabía que sería un policial, ¿pero sobre qué? ¿Por qué no sobre Jack el Destripador? Todavía el recorrido estaba fresco en mi memoria. Pero no sería sobre el original. Eso no. Quería que el asesino siguiera mi recorrido. Después de todo, el germen había nacido en Oxford. ¿Y el protagonista? ¿Por qué no imaginarlo como mi «doctor» favorito, David Tennant? Ahí se unieron los dos tours que había realizado en la capital inglesa.
Volví a Buenos Aires y me puse a escribir sin saber adónde me llevaría. Los personajes iban por su cuenta. Decían cosas que yo no había pensado. Eran casi reales.
Durante la pandemia terminé la novela y la editorial Vestales la publicó este año. No hubo mucha publicidad, pero el libro está ahí. Se consigue en librerías Cúspide, Ateneo, Mercado Libre…
Les dejo una de las tantas páginas donde comprarlo: Librería Yenny El Ateneo.
Como regalo a los lectores de mi blog les copio las primeras palabras de la novela, aquellas que vinieron a mi mente en aquel pub de Oxford y que escribí esa misma noche (apenas si tienen alguna modificación debido a que se corrigió para estar en castellano neutro):
«El pub estaba lleno. La regla, no la excepción a esa hora del día. La atronadora cacofonía de voces y música de los 90 lo hacía pensar en épocas más felices. El inspector en jefe saboreó el momento. Carpe diem, ¿no? Dio otro sorbo a la cerveza. No estaba seguro de si le gustaba la real ale, pero sentía que era una ofensa abominable ir a The White Horse y no pedir una cerveza de barril.
El camarero, un español que corría de un lado a otro y era particularmente hábil en sortear a los estadounidenses que se emborrachaban en la barra, le sirvió su plato de fish and chips. “Nada más británico”, pensó. Roció su pescado frito con salsa de Oxford y dejó que la grasa fluyera por sus venas. Por fin había escapado de ese interminable pulular de turistas que convertían el verano oxoniense en un avispero perfumado de lavanda. El problema eran los chinos. Parecían salir de debajo de las piedras. “Malditos chinos”, protestó mientras comía otra papa embadurnada en salsa de ajo y vinagre. Porque el inspector Lope era hijo de inmigrantes argentinos y, aunque su mente funcionara tanto en inglés como en español, gozaba cuando insultaba en español. O mejor dicho, casi en argentino. Cualquier insulto en la lengua de sus padres superaba por amplia diferencia a cualquiera de los que conocía en inglés, por muy buenos que fueran.
No, la cerveza no estaba tan mal. Tal vez tomaría otra pinta. Tenía ganas de emborracharse, de emborracharse en serio. Miró la foto de John Thaw que lo vigilaba desde la pared. ¿Había aparecido Morse alguna vez realmente borracho? ¿Patéticamente borracho? Hizo memoria, pero no pudo acordarse. Probablemente no. Era el maldito protagonista de la serie. Y el inspector Lope tampoco podía darse ese lujo. Sonrió. El barullo del pub lo tranquilizaba. Era como ese ruido blanco que algunos usan para dormir. Por primera vez en días podía pensar. El ruido lo inspiraba, y él necesitaba inspiración urgente. Eso o un milagro. Pero ya no creía en milagros. Una semana, se dijo sin esperanza alguna de poder descubrirlo a tiempo, una semana y el asesino se cobraría una nueva víctima.»
26 lunes Dic 2022
Posted Información general, Paseos
inAntofagasta de la Sierra se encuentra a 3373msnm, en plena cordillera de los Andes. A partir del año 1000dC se asentó allí la denominada cultura Belén y luego en 1480 pasó a formar parte del imperio Inca. En 1535 fue conquistada por los españoles al mando de Diego de Almagro.
Es importante llevar ropa de abrigo (todo el año, aún en verano), calzado adecuado, gorra y anteojos de sol, protector solar y humectante para la piel (el clima es tan seco que se te agrietan las manos y labios y, en mi caso, terminaba sangrando sin darme cuenta – muy poco, tampoco voy a exagerar). Ojo con la altísima radiación ultravioleta.
Aquí les paso más datos de la folletería que obtuve en Antofagasta de la Sierra y Antofalla y que no se consigue completa online ni en la Casa de la Provincia de Catamarca:
A todos los teléfonos agreguen el prefijo de Argentina si ya no lo tienen +54.
Información turística de Antofagasta: 3834-593927/ +5438344550306 / +543834594458
Información turística de El Peñón: 3834-594309
ANTOFAGASTA
Sitios de interés: Confluencia (sitio de altos farallones con grabados, 3km), El coiparcito (antiguo pucará inca, 3km), Laguna colorada (4km), La alumbrera (asentamiento inca con una muralla en forma de U, 6km), Peñas Coloradas (farallones grabados, 6km), Antofagasta y Alumbrera (volcanes de 250m que se pueden ascender, 8km), Antofagasta y Escondida (lagunas, 8km), Punta de la Peña (petroglifos, centro de interpretación, 8km), La Cueva de Cacao (sitio arqueológico y palentológico, 20km), Real Grande (cañón con cuevas, 24km), Los Nacimientos (pueblo milenario, 35km). Pasando Peñas Coloradas están las cantera de mármol ónix. La Cueva de Cacao está en la quebrada de Curuto. Más allá del río Punilla, hacia el norte, se encuentra Paicuqui, de verdes intensos en verano.
Real Grande es apto para trekking, camping, escalada en roca y rappel. En Quebrada Seca hay cuevas con pinturas rupestres milenarias. Las antiguas minas de oro de Incahuasi se encuentran al borde del Salar del Hombre Muerto y fueron explotadas por los jesuitas, aunque se remontan al periodo incaico.
Hostelería: Hostería Municipal (03835410679/3834594459: hosteriaantofagasta123@gmail.com), Hostería Pucará, Hostería Pueblo del Sol, Cabaña Casa de Piedra (+543835409166) , Cabañas Sumak Kawsay, Hospedaje Samay Wasi, Entre Volcanes y Flamencos, Hospedaje Rural (Lucas Soriano 3834595551), Hospedaje Marcos Fabián (3834230534), Hospedaje Pascual Fabián (3834026413), Hotel Suyay (ver comedor Suyay), Jalen Apart Hotel (+543524401790), Hospedaje de Doña Cirila (3835522707) y los sitios que ya nombré en mi otra entrada y que recomiendo.
ANTOFALLA
Sitios de atracción turística de Antofalla que no conocí: El Mortero (viejo trapiche jesuítico y ruinas de un asentamiento minero), Pozo Bravo y Laguna Verde (cercanos a Antofalla), Mirador de Antofalla, Volcán de Antofalla (6400msnm), Las Quinuas.
Hospedaje en Antofalla: Don Nicolás 3834-992980.
Guías/Baqueanos: Pedro Ramos 3834-252989/Rolando Reales 3834-056017 / Hilario Vazquez: 3835-520745 / Marcos Salva 3834-992980 / Celestino Morales 3835-502481 / Aníbal Ramos 3875-819937 / Héctor Ramos 3835-445674 / David Ramos 3834-641768
EL PEÑÓN
Alojamientos turísticos de El Peñón: Alojamiento La Punita (Julia Liquin 3834 35-8472), Hospedaje el Portal de Puna (Mario López 3834482222), Hospedaje La Pomez (Reyna Salva 3834000667), Hospedaje don Carmelo (Feliciana Guzmán 3834371009), Hosteria De Altura (Romina Morales 3835501353), Hospedaje Las Dunas (Rubén Quipildor 3834 692110), Hospedaje Patta Tikan (Edith Aguirre 3814 18-4472).
En el enlace de guías y baqueanos de Antofagasta también están los de El Peñón.
El Peñón es una localidad cercana al Campo Piedra Pómez, a 63km de Antofagasta de la Sierra.
HOTELERÍA EN BELÉN
Otros:
Hotel del campo 03835464681
Cabañas Retamar +543835413481
Villa San Ignacio 3835 415170 / 3835 528616
Hosteria Hualfin 3834804550
Para ir a Antofagasta de la Sierra tienen tres opciones:
11 domingo Dic 2022
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Antofagasta de la Sierra, Argentina, Belén, Catamarca, Transportes
Fin de semana largo de octubre e iba a aprovecharlo con un viaje que me había quedado pendiente desde que conocí Catamarca y supe de sus paisajes espectaculares.
Mi vuelo de Aerolíneas Argentinas salía a las 7:55 así que de nuevo tuve que levantarme muy temprano para ir a Aeroparque. Resulta que todavía por el tema del Covid te piden estar 3 horas antes (o te pedían en octubre) en el aeropuerto para vuelos de cabotaje y 4 para vuelos internacionales. Una barbaridad. Por las dudas lo hice. No sé si realmente hacía falta aunque la fila para despachar valijas que iba a la zona sur del país era impresionante. Fui en Cabify y me quedé viendo una película en la tablet mientras esperaba.
Partimos en punto y poco después aterrizábamos en la capital de la provincia de Catamarca. No hay transfer del aeropuerto a la ciudad así que tuve que tomar un taxi a la terminal (carísimo). Como mi colectivo a Belén salía a las 12:30 tenía tiempo de sobra en la terminal: reservé en un hotel próximo para la noche de mi regreso, compré una porción de tarta de manzana en una panadería, alfajores de turrón en una tienda de productos regionales y el pasaje de vuelta. Fui con la empresa 25 de agosto que ahora puede comprarse online por Plataforma 10. Al finalizar la entrada del blog colocaré qué empresas van a Belén y los horarios. Lamentablemente la mayoría se sigue manejando sin reservas ni páginas de internet.
En el bus me encontré con quienes serían mis compañeros de aventura y nos pusimos a charlar. Yo pensaba dormir en el viaje, pero al final conversamos las 4 horas y media (o casi). Pido perdón a los demás pasajeros si nuestro entusiasmo no les permitió descansar.
Una vez en Belén fui a instalarme al hotel y a pagar el tour a la Puna. Me hospedé en el mismo hotel donde estuve antes, excepto que ahora tiene otro nombre y está renovado ya que cambió la gerencia: Hotel El Molino en Ruta 40. Me tocó en otra habitación, una más alejada de recepción y por tanto más silenciosa. La habitación era cómoda, con calefacción, Direct TV, baño privado con ducha caliente y desayuno. Del baño me molestó (siempre me molesta eso) que la ducha no tuviera separación y se mojara todo y el desayuno no pude probarlo porque al otro día madrugué. Humilde, pero muy buena atención. La ubicación es cómoda para moverse por el centro e ir a la terminal. El precio es acorde a lo ofrecido.
Respecto al tour. Uno no se puede mover por cuenta propia en la Puna, o se puede a medias. Así que organicé varias excursiones + el traslado a Antofagasta de la Sierra con la agencia Sekun con la que ya había viajado antes y era la única que me había respondido afirmativamente. Hay otras dos agencias en Belén, pero Chaku Aventuras ni se molesta en contestar si es una sola persona y nadie me respondió de la página oficial de Famayfil. El precio fue muy bueno, aunque se realizó un cambio de último momento inconsulto y no se nos realizó ninguna rebaja. Por esta razón no sé si recomendarlo o no. El tour igual se hizo y los guías fueron bastante buenos, pero ese cambio y las mentiras que lo sustentaron me hacen dudar de todo. No sé. Decidan ustedes. Al ser la agencia más económica es la que más ha crecido en Belén.
A la noche fui a cenar con uno de los futuros «sobrevivientes de Antofagasta» que había conocido en el colectivo. Comimos gigote (un plato típico del lugar) en Koas, un restaurante frente a la plaza principal. Debí haber pedido media porción porque era mucho para mí.
Fui a dormir temprano. Al día siguiente comenzaría el paseo.
Antes de seguir, ¿por qué contraté un tour con traslados? Bueno, para conocer la Puna hay que llegar a Antofagasta de la Sierra y para ello hay un sólo medio de transporte público: El Antofagasteño que viaja una vez por semana para allá los viernes a las 12 y vuelve de Antofagasta a Belén los lunes a las 13. No hay más días. Un único horario y varias horas de viaje en un colectivo sin comodidades y con muchas paradas. No se puede comprar online, sólo en boletería de Belén y hay que rezar que esté abierta y haya lugar. Esta es la única alternativa para ir «por libre», pero en Antofagasta sí van a tener que contratar excursiones.
Me pasaron a buscar a las 7:30 y luego fuimos por los demás. En lo personal me pareció que fuimos demasiado rápido, lo cual no ayudó en el acostumbramiento a la Puna. Originalmente íbamos a ir el viernes y volver el lunes. Pero a último momento la agencia modificó el tour y volvimos el domingo. Esto no sólo supuso un caos en la búsqueda de un hotel sobre la hora en Belén sino que también se fusionaron excursiones. En principio, el viernes íbamos a ir a Antofagasta pasando por los Castillos de Villa Vil (caminata opcional) o pueblo de Laguna Blanca y no mucho más. Iba a ser un trayecto tranquilo. A la vuelta, más adaptados a la altura, íbamos a pasar por el campo Piedra Pómez. Al quitarnos un día de excursión, todo tuvo que apretarse y pienso que por eso nos apuramos, lo cual originó todos los problemas que vinieron después. Como ya dije, el precio no se modificó.
La primera parada fue en Puerto Viejo donde caminamos unos minutos y sacamos fotos entre las formaciones que parecen barcos encallados. Luego en las dunas de Randolfo y vimos de lejos Laguna Blanca. Hubo una parada técnica en El Peñón (nadie comió nada porque teníamos el estómago revuelto por las curvas y la velocidad) y antes de las 13 estábamos en el Campo Piedra Pómez. Sinceramente lo disfruté mucho más en mi viaje anterior. Supongo que había perdido la sorpresa. Creo que tampoco estuvimos tanto tiempo. O tal vez sí. No sé. Sigue siendo igual de bello y espectacular, pero la primera vez te deja sin aliento.
El Campo Piedra Pómez tiene una superficie de 75.489ha y tiene formaciones de roca rosada, blanca, ocre y amarilla que superan los 4m de altura. La extensión del campo es de 23km de norte a sur. Se puede acceder también desde Fiambalá, pero por huella en 4×4.
Ahí cambiamos de camioneta y guía. Lo siguiente fue más pausado y más interesante porque era todo nuevo para nosotros. Rodeamos el volcán Caranchi Pampa y paramos en la Laguna Caranchi Pampa donde estiramos las piernas y observamos lejanos flamencos. Un lugar único. Luego nos detuvimos en Campo los Negros (un escorial de lava – mi segundo este año), vimos el volcán Antofagasta (que en mejor estado físico es posible subir) y llegamos al pueblo de Antofagasta de la Sierra a 3323msnm. El volcán Antofagasta es una chimenea con forma de cono y, supuestamente, su vista panorámica abarca desde Campo Piedra Pómez a la Laguna Antofagasta.
Hay poca hotelería. Yo me hospedé en una Guest House muy económica y confortable a metros de la Gendarmería. Tenía una habitación grande con dos camas individuales y frazadas super abrigadas. Además, poseía una mesa con pava eléctrica, estufa eléctrica, buen wifi y un baño enorme con ducha caliente. Tal vez en invierno no sea la mejor opción porque los calefactores eléctricos no calientan mucho y allá el frío puede ser muy intenso. Pero recomiendo el lugar. Privado y tranquilo.
Apenas llegué al alojamiento, me acomodé un poco y salí a visitar el Museo del Hombre (pequeño, pero incluye dos momias) y la plaza principal. Compré algunas frutas en un mercado de avenida Belgrano y vi artesanías en el local de enfrente. Muchos sitios mantienen las puertas cerradas por el viento, eso no significan que estén realmente cerrados. Luego compré facturas en la panadería SM que hay sobre calle Catamarca pasando mi hospedaje. Preparan sandwiches y comidas.
Los comedores abren a las 20h y la verdad es que yo quería ducharme y acostarme. No quería esperar hasta esa hora así que me preparé algo en la habitación con lo que había llevado. Para cenar me recomendaron el comedor Suyay, pero por el tema de los divertículos me estoy cuidando con la comida y nunca sé qué comer. ¿Y si me cae mal? No podía arriesgarme. Mis compañeros de viaje pidieron una sopa de quinua muy rica porque querían algo sencillo. Te dan comida para llevar si vas con un recipiente.
Me hice un té de coca que había comprado en Belén y me fui a dormir.
Al otro día hicimos nuestra primera excursión a Antofalla. El guía, Ramón Vázquez, fue excelente y lo mejor del viaje. Siempre se ocupó de nosotros y estuvo pendiente de todo. Debería tener su propia agencia de turismo. Abajo les paso su contacto.
Quebrada de Calalaste. Lo primero que vimos desde la altura fue el Salar de Antofalla con una longitud de 150km a 3900msnm. Llegamos al punto más alto a 4635msnm. Siguientes paradas: Vega Los Colorados (humedales de altura alimentados por aguas subterráneas que crean una pradera nativa), el impresionante Mirador del Salar de Antofalla, otro punto cercano al salar, y finalmente el pueblo de Antofalla.
El pueblo pertenece a la comunidad indígena kolla atacameña así que pagamos la entrada ($300) y yo compré un llavero. Nos sentamos a comer algo. Como yo tenía un fuerte dolor en la nuca debido a la altura, me convencieron de ir a la salita de salud (que paga la minera extractora de litio). Ahí me dieron 5 minutos de oxígeno y me sentí mucho mejor. Yo había tomado temprano una cafiaspirina, pero en la salita me dijeron que el remedio que tomo para la migraña me servía así que cambié a ese y resultó más efectivo. Nos sacamos fotos en la puerta de la pequeña iglesia y seguimos viaje.
Bordeamos el volcán Antofalla y llegamos a Ojos de Campo. Los Ojos de Colores son geiseres apagados en medio del salar de Antofalla. Tienen tres tonalidades: azul, verde y naranja debido a los estromatolitos de la Puna. En total se trata de 12 pozas, la más representativa es la poza Fanta por su color anaranjado. Algunas pozas se han secado. Lamentablemente el viento impidió aprovechar fotos usando el reflejo de las aguas. Tampoco los vi tan coloridos. Luego conocimos el Cono Salar de Antofalla, muy similar al Cono de Arita ubicado en Salta. ¡No sabía que había un cono así en Catamarca! Es como una pirámide en medio del salar. Después nos sacamos algunas fotos sobre el salar y, como encontramos una hendidura con hielo en la montaña, lo usamos para unas fotografías de película. El hielo ya estaba derritiéndose con la llegada de la primavera.
Llegamos al paraje Botijuela que consiste en una pequeña terma en medio de la nada. El dueño nos cobró la entrada y nos acercamos al pozo. El guía tuvo que ayudarnos porque el viento era terrible. Fuimos agarrados de la mano y nos sentamos junto al espejo de agua caliente. Más inhóspito y fascinante, imposible. Vega Botijuelas, Quebrada del Diablo y Laguna Colorada.
Así volvimos a Antofagasta de la Sierra. De no haber estado afectada por la altura habría subido al mirador del pueblo. Quería hacerme un sandwich de atún, pero como no había pan del día en la panadería fui hasta Multiservicios El Amigazo donde tenían pan casero que compartí con uno de mis compañeros de viaje. Última noche en Antofagasta y otro hermoso atardecer.
Último día de excursión. Fue la más larga, pero la que mejor pasamos. Salimos hacia el Volcán Galán, la caldera volcánica más grande del mundo. Tiene 45km de norte a sur y 24km de este a oeste. El pico central se encuentra a 5912msnm.
Nuestra primera parada fue en el Campo Las Tobas para ver petroglifos, pinturas rupestres grabadas en el suelo. Una cosa que no sabía es la cantidad de sitios arqueológicos que rodean Antofagasta de la Sierra. Los de Campo Las Tobas datan de hace 1500 años, pero hay evidencia de poblaciones humanas en Antofagasta desde hace 9000 años. En cada viaje tengo que visitar un sitio arqueológico.
Entramos luego en una zona similar a Talampaya, pero sin el rojo característico: el cañón Real Grande con paredes de hasta 70m de altura. El guía nos contó que en verano (sin tanto viento) está bueno recorrer el cañón caminando. Encontramos un área con hielo así que anduvimos sobre hielo que por suerte no era resbaladizo. Fue muy divertido.
Seguimos ascendiendo. Llegamos a la Barda o borde sur del volcán Galán (4760msnm) y empezamos a ver la Laguna Diamante que se halla en el medio. La Laguna Diamante (a 4650m) es entre 5 y o veces más salada que el mar y contiene un gran contenido de arsénico (12 mil veces superior a lo tolerado por el ser humano). En un día sin viento debe ser hermoso sentarse en la orilla, pero con el viento la laguna no parecía de diamante sino bastante amarronada. Pero bueno. Vimos guanacos y un zorro nos pidió comida.
En los Hervideros vimos el humo de riachos y pozos de agua caliente. Y más allá, formaciones rocosas que semejaban esfinges egipcias.
Finalmente arribamos a Laguna Grande para ver a los flamencos rosados. ¡Había cientos! Y estaban bastante cerca. Era hipnótico. La excursión terminó luego en El Peñón. Allí cambiamos de guía y volvimos a Belén.
Como retornamos un día antes de lo previsto, tuve que conseguir una noche de hotel con todo ocupado por ser fin de semana largo. Casi por casualidad conseguí una pieza en el Hotel Gómez (03835-461388), a dos cuadras del Hotel El Molino. No está nada mal. Es muy similar al otro. Habitación cómoda con aire frío/calor, cable, baño con ducha caliente (nuevamente la ducha no tenía separación y se mojaba todo), desayuno incluido y guardaequipaje. Buen precio y buena ubicación.
Me instalé y fui a la plaza para comer algo. Todos los restaurantes estaban llenos y como yo no había almorzado estaba muerta de hambre. Al final compré un sandwich de lomito en el bar El Encuentro. Ahora sí estaba muerta de cansancio.
¿Qué hice hice último día en Belén? Había pensado en contratar otra excursión (A Villa Vil o Minas Capillitas), pero era muy caro para mí sola. Por ese mismo precio me compré una frazada de lana en Los Antonitos. Fui a la plaza a comer un helado en Grido, hice compras y caminé un poco.
Al mediodía nos encontramos para almorzar en el restaurante del Hotel Belén (uno de los mejores hoteles de Belén, pero siempre lleno con contingentes). El restaurante es tranquilo y económico. Yo pedí pollo al verdeo, mi plato favorito en la actualidad. Aunque yo ya los conocía, visitamos los siguientes centros de artesanías textiles: La Cueva y Las Arañitas Hilanderas (antes yo había ido a Rúa Chaki). Nos explicaron todo el proceso desde la lana pura al tejido terminado. Es muy interesante.
Volví al hotel Gómez para poner mis cosas en orden (sólo puedo criticar que no hay nadie permanente en recepción) y como era muy pesado pedí un taxi a la terminal. Salimos pasadas las 18:30 hacia la capital de la provincia. Llegamos tarde, pero mi hotel estaba a metros de la terminal, apenas saliendo del estacionamiento: Hotel Coral. Habitación amplia con balcón a la calle, placard, TV con cable, wifi, baño cómodo. Es un hotel que pasó sus mejores épocas, pero me gustó. Al otro día el desayuno en el último piso me permitió unas vistas preciosas de la ciudad. No puedo quejarme. Pagué un poco más y pude tener un check out tardío. En la recepción del hotel me pidieron un taxi y me cobró bastante menos que el taxi que tomé en el aeropuerto. No pude recorrer mucho el centro, aunque compré nueces y aceite de oliva.
El retorno a casa fue sin incidentes. Era hora de volver a la rutina.
PENDIENTES BELÉN
PENDIENTES ANTOFAGASTA DE LA SIERRA
DATOS DE TRANSPORTE (actualizados octubre 2022)
OTROS DATOS
22 martes Nov 2022
Posted Comida, Información general, Paseos, Turismo Historia, Turismo Religioso
inMi último día en Lençóis fue más que nada esperar en la terminal. Aunque el micro salía a las 9:45, me pasaron a buscar a las 8:50 (si bien la posada está en subida, se encuentra a pocas cuadras de la terminal). No me quejé porque «a caballo regalado no se le miran los dientes». El traslado estaba incluido por contratar dos excursiones con la agencia Chapada Adventure Daniel y la verdad es que no quería bajar por esas calles empedradas con la valija. Encima tuve que esperar bastante más porque el bus se atrasó media hora (venía de Seabra).
Para la vuelta, viajé abajo en un asiento individual para ver si podía dormir (no pude). Paramos de nuevo en los mismos sitios que a la ida.
Por suerte llegamos a Salvador más temprano de que lo indicaba el ticket. Estaba de vuelta aunque ya no iría a la playa. A las 18:37 pedía un Uber y a las 19 ya estaba en el hostel. Es posible tomar un colectivo a Praça da Sé (una plaza cercana al hostel en el centro histórico), pero me recomendaron no tomar el bus si era de noche.
Me alojé en el Hostel Laranjeiras, en pleno centro. Lo elegí porque leí que era muy seguro (era cierto que la policía para casi en la esquina). Por dentro era magnífico, más un hotel que un hostel (por lo menos para mí que elegí una habitación con baño privado). La habitación era enorme, con una cama doble y una single. Wifi, aire acondicionado, ventilador de techo, placard, alargador y un baño amplio con ducha caliente. Incluye desayuno buffet (muy rico) y, si bien cuenta con un restaurant con precios económicos (aunque no mucha variedad), en el sótano hay una pequeña cocina con heladera para los huéspedes, hornalla y utensillos para prepararse algo sencillo. También tenía un bebedero con agua fría. La atención fue siempre muy buena. ¿La única contra? Las escaleras y el ruido por la noche. Conste que el ruido no era del hostel (super silencioso) sino de los espectáculos musicales de la zona. Supongo que es imposible hospedarse en el centro y no escuchar algo de música. Igual terminaban temprano.
Era hora de conocer Pelourinho y sus calles empedradas.
Dudé de contratar alguna excursión (pensé en el bus turístico o un free tour a pie), pero al final me moví por mi cuenta. Ya no quería depender de horarios. Quería manejarme con mis propios tiempos.
Comencé con la Iglesia de la Tercera Orden de San Francisco que estaba a metros del hotel (R$10). La fachada y el interior del convento es interesante, aunque no sé si vale la pena el precio de la entrada. Luego sí fui a la imperdible Iglesia San Francisco (R$5) que es una verdadera belleza. Es una iglesia del siglo XVIII, considerada una de las maravillas de origen portugués en el mundo. Los retablos barrocos de oro te dejan boquiabierto. Como no se puede usar flash, mis fotos no salieron en foco, pero más arriba les dejo un enlace a un video que muestra el interior.
Seguí luego hacia la plaza principal y la Catedral (R$5). La catedral no alcanza la grandiosidad de la Iglesia de San Francisco. Fue una lástima que los museos aledaños de Arqueología y de cultura Afro-brasilera estuvieran cerrados porque quería conocerlos. Las otras iglesias que rodean la plaza también estaban cerradas.
La oficina de información turística está frente a la plaza, a metros de la catedral.
Continué hacia la Praça da Sé donde hay una fuente y varios puestos callejeros. Otros museos e iglesias cerradas. Llegué a otra plaza y al famoso Elevador Lacerda que me llevó a la zona del puerto en segundos (cuesta centavos).
En el puerto fui al Mercado Modelo para hacer compras. Se puede comprar de todo: desde souvenirs, artesanías, remeras, ropa, comida. Hay restaurants con todo tipo de precios. Pasé a la terminal náutica que está a la vuelta para averiguar horarios (con un día tan soleado hasta era tentador ir a Itaparica, pero quería terminar de conocer el centro), me tomé un coco helado y retorné al hostel.
No me quedé mucho adentro. Fui a pasear por las tiendas de Pelourinho (muchas pinturas, arte afro-brasilero y más souvenirs). Luego subí la escalinata a la Iglesia del Santísimo Sacramento do Passo, pero no entré a la iglesia porque estaban en misa. Pasé por fuera de la Iglesia de la Tercera Orden del Carmen (cerrada) y saqué fotos en el Largo do Pelourinho.
Pasé al supermercado Super Bompreço, para lo cual tuve que salir del centro (y ya no es tan pintoresco). Estaba cerca, pero más allá de la avenida Seabra el ambiente cambia.
Comí pastas que me preparé en el hotel y luego salí a realizar un paseo nocturno por el centro. Hermoso.
El otro día fue ¿regalado en cierto sentido? Originalmente yo tenía mi vuelo de regreso el domingo porque el lunes tenía que trabajar. Salía a mediodía con una escala en Porto Alegre. De repente recibo un email con un cambio en el vuelo. No lo podía creer. Salía el domingo a la misma hora pero en vez de una escala de horas ¡ahora tenía una escala de días! Básicamente hasta el martes a la tarde. Llamé de inmediato a Aerolíneas Argentinas y logré que me cambiaran a otro vuelo con escala en São Paulo, pero ya no el domingo sino el lunes. Tuve que hablar en el trabajo y pedir una noche más en el hostel. Por suerte el email llegó con suficiente tiempo para poderme organizar.
Esto es lo que hice ese domingo extra que no estaba originalmente en mis planes. No contraté ningún tour. Como ya mencioné, estaba cansada de depender de otros. Decidí tomar el metro (y, de paso conocerlo) hasta el Shopping de Salvador. El mismo es enorme, tiene un supermercado pero la mayoría de las tiendas abren después de las 12. El shopping está cerca de la terminal. Pasé por el convento de Santa Clara (cerrado) y tomé el metro en la estación Campo da Pólvora hasta Acesso Norte para cambiar a la línea 2 que comienza ahí. Me bajé en la estación Pernambués. Todo muy seguro y práctico.
No es que sea muy de ir a shoppings, pero ahí estaba la única tienda de Decathlon de Salvador y quería comprar unas zapatillas. Volví de la misma manera, pero me bajé en la estación de Lapa para conocer otra zona. Al ser domingo todo estaba muy solitario. Pasé por la iglesia cerrada de San Benito. No sé si los templos están cerrados por alguna cuestión en particular o es así la cosa.
Luego seguí paseando por Pelourinho y sí, compré alguna artesanía más. Después de cenar algo en el hostel, fui a recorrer la noche y me senté en la plaza principal a escuchar música y a observar a la gente: el vendedor de sopas, los enamorados, los bebedores de café, los que como yo iban a disfrutar del frescor nocturno. Fue una hermosa despedida de la ciudad.
Al otro día utilicé nuevamente el Uber hacia el aeropuerto. Se me hizo larga la espera en São Paulo, especialmente porque me tocó en la terminal más alejada y más fea de todas. Finalmente llegué casi a medianoche a Aeroparque. Como no se conseguía ni taxi, ni Uber ni Cabify, me tomé el colectivo 33 a casa. No era lo ideal a esa hora pero quería llegar.
Lamentablemente por un problema de salud no pude disfrutar de los platos típicos de la región. Pero acá les copio las recomendaciones que había leído. Voy a tener que volver aunque más no sea para comer.
En Lençóis hay platos típicos con plátano y cactus (palma).
En la ciudad de Salvador me quedó por conocer la Iglesia Nosso Senhor do Bonfin porque se encontraba un poco lejos. Tampoco fui a la feria de Sao Joaquim. También hay más playas por la zona. Es un sitio que vale la pena repetir.
Frases básicas en portugués:
Bom dia
Boa tarde
Boa noite
Como vai? Tudo bem/ bom/ legal.
Adeus
Voce fala español? (¿Habla español?)
Meu nome é… (mi nombre es…)
Quanto custa isto? (¿Cuánto cuesta esto?)
Poderia trazer o menú? (¿Podría traer el menú?)
A conta, por favor. (La cuenta, por favor)
Qual é a senha? (contraseña de wifi)
Onde é o banheiro? (¿dónde está el baño?
Onde fica…? (dónde está…).
Café da manhâ (desayuno).
Preciso de um médico (Necesito un médico)
Sim. (sí)
Nâo. (no)
18 viernes Nov 2022
Posted Información general, Paisajes, Paseos
inEtiquetas
Bueno, «paraíso escondido» para los argentinos para quienes Brasil es sólo sinónimo de playa, no para los brasileros. Lençóis es uno de los pueblos que permiten visitar la hermosa Chapada Diamantina, llamada así porque durante años fue centro en la recolección de diamantes. El desarrollo turístico de la región empezó a mediados de la década del 70, pero recién se hizo un nombre gracias a las telenovelas muchos años después. Hoy recibe turistas de todo el mundo y no es un destino económico, si lo comparamos con otros del mismo país (es similar a los costos de viajar a la Patagonia). Sin embargo, vale la pena cada centavo gastado. Yo me alojé en Lençóis porque es la localidad más turística y tiene más alojamientos y agencias. Al ir sola me pareció preferible. Además es muy pintoresco.
Es importante que no vayan durante la temporada de lluvias (entre noviembre y abril) o no van a poder disfrutar de muchos de los sitios. Yo fui en la estación seca y aún así llovió bastante.
Actualmente sólo es posible llegar a Lençóis por autobús o transfer (desde la pandemia no funciona el aeropuerto). La empresa de micros de llama Rápido Federal/ Real Expresso. Como extranjeros no podemos pagar el pasaje directamente a través de su página porque no aceptan tarjetas de crédito de no residentes. La alternativa, aconsejada por la propia página, es Brasil By Bus. Esta página tiene una comisión inferior de compra a Plataforma 10 (donde también pueden abonar el pasaje).
En mi última mañana en Salvador, aproveché para recorrer la playa e inundarme de sol y mar. Luego tomé un Uber (25 reales) a la terminal. Podría haber ido en colectivo (que paraba a metros de mi alojamiento), pero al final me decidí por la comodidad y la seguridad. Llegué temprano así que pude ir tranquila a la boletería en el primer piso e imprimir mis pasajes (cuando comprás online te dan un voucher que es necesario validar en la empresa). Los micros se anuncian a Seabra.
Salimos puntuales a las 13hs y debíamos llegar a las 19:25 pero nos retrasamos y llegamos a las 20:15. La ruta es horrible, llena de pozos y camiones. Tiene varias paradas (Feira de Santana -14:30-, Santo Estêvão -15:30-, Itaberaba -17:30). Asimismo hubo una parada para comer en Portal do Sol, a la salida de Itaberaba (comí un pão de queijo, como chipá pero más grande) . Por suerte al acercarme a Lençóis tuve señal en el celular y pude comunicarme con mi alojamiento así que me pasaron a buscar. La verdad se los agradezco mucho porque si bien no están lejos de la terminal, están en subida y hubiera sido imposible con mi valija (y más sin conocer la zona).
Me hospedé en la Pousada de Lurdinha por precio y buenas reseñas de Tripadvisor. Estuve una semana y me sentí muy cómoda, muy cuidada. Mi habitación era amplia, con cama matrimonial, heladera, televisor (que no usé), wifi gratuito, placard y, por supuesto, baño privado. En vez de una ventana, tenía una puerta que daba a un balcón-patio privado con una vista impresionante. Hermoso. Desayuno incluido y se podía utilizar el microondas. Sí, a la mañana había un poco de ruido porque mi habitación estaba frente a la cocina y preparaban el desayuno, pero no me pareció nada insoportable. Además uno no viaja hasta allá para dormir sino para pasear. La zona es tranquila, a pocas cuadras del centro. Si quieren más movimiento, eso sí, deberían quedarse en el centro de Lençóis.
Aunque me dijeron que el agua allá era potable, por las dudas fui a un mercadito cercano (a dos cuadras) y compré una botella de agua mineral. El agua de Chapada contiene muchos minerales y a veces uno se descompone mientras el cuerpo se acostumbra.
Al otro día tuve mi primera excursión. Había contratado el paquete «3 Días de Aventura» con Cirtur, la empresa de turismo más antigua de Lençóis. Muy buena agencia (siempre puntual). Tienen varios paquetes y pueden ahorrar algo de dinero. Claro que todas las excursiones son caras, pero es muy poco lo que se puede hacer por cuenta propia si uno no tiene auto. Ojo que los guías sólo hablan portugués aunque es posible entenderse sin problemas.
La primera excursión fue la más completa y es imperdible: Grutas con Morro do Pai Inácio.
Me pasaron a buscar a las 8 y salimos hacia la Gruta da Lapa Doce, una de las mejores de Brasil. Es una gruta con salones amplios así que es apta para claustrofóbicos. En la gruta también hay otros recorridos pero al ir con un tour no pude hacerlos (les dejo los datos debajo). Almorzamos en el restaurante del lugar que es tipo buffet y así es que pude probar dos platos típicos de la zona.
De ahí fuimos a Fazenda Pratinha, un complejo turístico con alojamiento y restaurante donde se pueden realizar actividades varias. La entrada estaba incluida en la excursión, pero no así las actividades extra. De todo lo que ofrecen (flutuação, pequeña tirolesa, kayak, foto sub-acuática, cabalgata), yo contraté la flutuação por la Gruta Pratinha. Los R$100 mejor gastados de mi vida. Nos dieron el equipo de snorkel, chaleco salvavidas y linternas para sumergirnos por media hora en la gruta inundada. Fue una experiencia única. ¿El agua estaba fría? Sí, pero no importó.
Terminado el paseo fuimos a sacarnos fotos en la Gruta Azul que está en el mismo complejo. No se puede bajar a esta gruta, así que es sólo para fotos. Para darles una idea, estas grutas de Brasil parecen cenotes. Así de bellos son.
Luego pasamos un buen rato en el agua que alimenta la Gruta Pratinha y que asemeja una piscina de aguas cristalinas con peces que a veces te mordisqueaban un poquito (son los que usan en algunos spa para comer la piel muerta, no te lastiman).
¡Pero el paseo no terminó ahí! ¡No! Terminó viendo el atardecer desde la cima del Morro do Pai Inácio con un paisaje de película.
El otro día despertó con lluvia, y eso que fue en la temporada seca. Eso no suspendió la excursión ya que íbamos a grutas. Primero paramos unos minutos frente a una cascada al lado de la tienda de artesanías Toca do Morcego (Andaraí) aprovechando que en ese momento no llovía (de hecho, el día poco a poco comenzó a mejorar y a la tarde salió el sol). Luego, a metros de llegar a destino, tuvimos que bajar del auto porque había demasiado barro y el vehículo resbalaba por la pendiente (eso pasa por no tener una 4×4). Finalmente llegamos al Poço Encantado.
Dejamos los bolsos y nos dieron cascos y linternas. Bajamos hasta la entrada de la gruta y nos adentramos en la oscuridad. Nos detuvimos frente a otra entrada, cosa de poder vislumbrar la luz pegando sobre el agua de la gruta. Es una especie de cenote aunque no se puede nadar (antes sí) porque el agua no fluye y se contamina. Cuando un rayo de sol penetró en la negrura y convirtió al agua en un azul brillante todo se volvió mágico.
De ahí fuimos al Poço Azul, un sitio que tiene una mayor infraestructura. Cruzamos un puente de madera y entramos al sitio. Para meterse en el agua había que ducharse antes. Como estaba nublado hacía un poco de frío. Bajamos a la gruta e hicimos un poco de snorkel. Más allá del área medianamente iluminada donde nadamos, han encontrado restos paleontológicos de más de 14 especies de fósiles. Lamentablemente no había mucha luz para disfrutar del todo el snorkel. Más tarde, cuando salió el sol, volví para sacar fotos. Almorzamos allá comida buffet. Sólo me hubiera gustado un poquito más de calor.
Al día siguiente tenía mi última excursión con Cirtur, pero pasó para otro día porque la tormenta de la víspera hacía que el paseo fuera peligroso. Dediqué ese día a descansar y pasear por la ciudad. No quise contratar otra excursión. Fui al centro de Lençóis a sacar fotos y comprar artesanías. Ahí descubrí que la mayoría de los negocios abre a las 16h. Pasé por una feria donde productores locales vendían frutas, verduras y especias a precios ridículamente baratos. Y todo muy rico y fresco. Comí algo en la posada y salí hacia las piscinas naturales del Parque Muritiba.
El Parque Municipal Muritiba es gratuito (por el momento) y está cerca del centro. Si uno quiere recorrerlo es recomendable ir con guía pero yo sólo me quedé en las piletas do Serrano con los pies en el agua. Estuve horas. Recorrí un poco, pero no quise perderme. Luego conocería más del parque.
Al volver al pueblo descubrí que habían sacado sillas y mesas a las calles y todo había cobrado vida. De noche es precioso. En ese sentido lamenté un poco que mi alojamiento no estuviera en el centro. Claro que seguramente debe ser muy ruidoso.
La entrada al centro se da a través de un puente de arcos, hay calles de piedras de estilo colonial, casas bajas con tejas y esa sensación de tranquilidad que los citadinos hemos olvidado.
La tercera excursión de esa agencia fue la más larga y la más espectacular. Me pasaron a buscar a las 6 de la mañana para ir a la cascada de Buracão. Para este paseo cambiamos de guía. Al principio llovía pero no fue mucho. Todos los paisajes que veía por la ventanilla me parecieron hermosos. Después de más de dos horas, paramos a desayunar en Ibicoara, en Coffe Chapada. Yo comí un pão do queijo.
Seguimos viaje hacia el sur. Pasamos el cementerio bizantino y el pueblo de Mucugê donde muchos recomiendan hospedarse para hacer este recorrido. Lo ideal sería realizar algunos paseos desde Lençóis y otros desde Mucugê para tener una visión completa de Chapada Diamantina.
Caminos de curvas, arcoíris, caminos de tierra. Nos unimos a otra guía y paramos en la entrada del camino a la cascada. Desde ahí serían 3km de caminata bordeando el río Espalhado. Antes de llegar a nuestro destino paramos en la cascada de Buraquinho y nos adentramos en el cañón. De repente la vegetación cambió y me sentí como en una película de Indiana Jones. En ese momento nos topamos con la mágica cascada de las Orquídeas. Ahora venía lo mejor.
Nos acercamos al río, nos pusimos los chalecos salvavidas, dejamos nuestras cosas entre las rocas y nos metimos en el agua helada. Como la correntada era intensa por la tormenta del otro día no pudimos nadar hasta la cascada (aunque entré en calor intentándolo). Era imposible nadar contra la corriente así que nos subimos a las piedras del cañón y caminamos por el borde hasta estar frente a la inmensa cascada de Buracâo (en un momento me caí y la guía me subió de nuevo al borde). Era difícil ver por la lluvia intensa que producía la caída de agua. Pero llegamos y fue impresionante. Mientras avanzamos por el cañón la íbamos escuchando y de repente la tuvimos de frente con sus 85m de altura. No hay palabras para describir lo que sentí. Todo el esfuerzo valió la pena.
Para el retorno sí nos metimos en el agua y dejamos que nos llevara la corriente. Lo único malo es que fue demasiado rápido para mi gusto. Me encantó.
Comimos la vianda y emprendimos el regreso. Esta vez paramos en la cima de la cascada para verla desde arriba. Espectacular para fotos. Desde allí se puede realizar rapel y era tentador, pero estaba cansada y no era económico.
El paseo fue maravilloso. Llegamos de vuelta a Lençóis alrededor de las 19:30. Cansados pero felices. Es una excursión imperdible si les gusta la aventura.
Para el día siguiente ya no seguiría con la misma agencia de turismo sino que cambiaría a Chapada Adventure Daniel, la más grande e importante de Lençóis. El cambio lo hice porque esta última empresa tenía dos sitios que me interesaban mucho y que no estaban incluidos en la otra agencia. No se armó grupo, pero me cobraron lo mismo. Me pasaron a buscar a las 9 (no fueron tan puntuales como la otra agencia) para ir a Serra das Paridas, un sitio arqueológico con pinturas rupestres de hace miles de años. Me resultó interesante compararlas con las de la Cueva de las Manos. No podían esperar que viajara y no pasara por algún sitio arqueológico. No sería yo. No se sabe mucho sobre esas pinturas rupestres ya que se descubrieron hace menos de 20 años.
Luego almorzamos en Garimpo Gourmet el plato del día (comí postas de pescado) y fuimos al Parque Muritiba. Ahora sí iba con un guía.
Desde las piscinas naturales donde yo había estado antes seguimos derecho bordeando el río hasta la Cascadita. Hasta ahí no es difícil llegar. Me metí en el agua un rato y sí, me resbalé yendo hacia el otro lado. Para seguir a la siguiente cascada el camino se complica. Hay que ir hacia la derecha y luego seguir recto aunque orientándose hacia la diestra. No está señalizado. No fue fácil llegar hasta la cascada Primavera así que preferí no subir al mirador. No hubiera llegado sin guía.
De ahí seguimos al Pozo Halley. Para eso retrocedimos, tomamos otro camino y cruzamos el río. Allí hay sitios donde meterse al agua así que lo hice antes que se fuera el sol. Avanzamos luego por esa margen del río hasta Arenas de Colores. Esa zona es laberinto. Al final terminamos en las piscinas naturales, pero ya no me metí en el agua porque había bajado el sol y estaba más fresco. El agua del río no es cálida.
No volví hasta el hotel con el guía sino que me quedé en el centro para comprar artesanías y cositas varias.
Y al otro día haría mi última excursión en Brasil. Primero fui con el mismo guía hasta la Gruta Torrinha que es increíble. La mejor de todo el viaje. Si les gusta la espeleología como a mí no pueden perdérsela. Tiene formaciones únicas. No se por qué no va más gente. Sí, tiene partes más complicadas que la Gruta da Lapa Doce, pero posee rosas de aragonita, algo que no es usual en todas las cavernas. Las flores de aragonita o antoditas son espeleotemas de cristales, básicamente, estalacticas en forma de flor. Estuvimos dos horas en la gruta y me alegro mucho de haber optado por esta visita.
Almorzamos en el restaurante de la Gruta da Lapa Doce que queda cerca.
Después fuimos a la cascada do Pai Inácio, una cascada pequeña cercana al morro del mismo nombre. No había nadie así que tenía la cascada para mí sola. Nadé un poco pero el agua estaba helada y no me gusta el frío.
Volvimos y yo me dediqué a preparar la valija. Al día siguiente tendría que abandonar Lençóis.
OTRAS CASCADAS: cascada do Sossego, do Mosquito, Pozo del diablo, da Fumaça (la más alta de Brasil con 340/380 m), Riachinho, Fumacinha (difícil recorrido), Mixila, Poção, Capivari, Encantada, Tiburtino, Piabinha.
OTROS SITIOS: Ribeirão do Meio, Aguas Claras, río Mucugezinho, Plantaciones de frutillas, Mirante do Pati, Parque Municipal Sempre Viva, trekking en el Vale do Pati (3 a 5 días).
DATOS:
01 jueves Sep 2022
Posted Comida, Información general, Paisajes, Paseos, Turismo Fauna
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Bahía, Brasil, Ilha dos Frades, Morro de São Paulo, Praia do Forte, Salvador
Para estas vacaciones de invierno decidí desafiar los dichos de la ministra de economía argentina y viajar al extranjero. Al no poder pagar el pasaje de avión en cuotas, no me alcanzó para Europa. Ahí decidí realizar un viaje que llevaba años deseando: conocer Bahía, en el país vecino de Brasil. Compré los pasajes por Aerolíneas Argentinas e hice las reservas por Booking.
Leí mucho y seguí consejos de varios otros viajeros. ¡Por fin volvería a hacer snorkel! Antes del viaje fue toda ansiedad ya que llevaba más de dos años sin salir del país. Tuve que ir a Aeroparque de madrugada. Por el horario era mucho más caro Cabify o Uber que un taxi por lo que fui en un radio taxi que conozco: Taxi Paris. El conductor llegó unos minutos antes por lo que tuve bastante tiempo de espera. Por fin salimos y muy poco después llegamos a Porto Alegre. Tuve que retirar la valija, hacer el check in de nuevo y migraciones. Por suerte iba con tiempo. Allí cambié el chip del celular.
Me interesaba estar comunicada en Brasil y, si bien es más barato comprar el chip allá, yo quería ir segura de modo que lo compré en Buenos Aires en Hola Sim que tiene un local en el centro. Sinceramente funcionó muy bien (hay que tener un celular liberado). Y gracias al cupón de Sir Chandler me ahorré unos pesos. También pueden averiguar si le conviene el roaming. Depende de cada empresa de telefonía.
Después de una breve escala seguí a Salvador y, por fin, el calor. Odio el frío. En la oficina de turismo del aeropuerto (y realmente, en todos lados) me recomendaron pedir un Uber. Allá se manejan fundamentalmente en Uber, que es legal y muchos hasta tienen un cartel que los identifica como tales. El taxi es caro, el colectivo es inseguro (en la primera semana en la que estuve atacaron uno y robaron a todos los pasajeros) y el metro no llega a todos lados. Nadie te recomienda usar colectivo. Antes había uno especial al aeropuerto, pero desapareció con la pandemia. Si es un trayecto muy largo pueden combinar Uber con el metro. Más allá de esto, sí, hay un colectivo de línea que va del aeropuerto a Barra y al centro (4,90 reales). El metro llega al aeropuerto pero todavía es muy nuevo y faltan estaciones (4,10 reales). Si no tienen valija creo que el metro es lo ideal. El Uber me costó 65 reales en efectivo hasta mi hospedaje en Barra. Tardó media hora (en colectivo es mucho más porque tiene muchas paradas).
Había leído mucho sobre dónde alojarme en Salvador y el barrio mejor calificado era Barra así que busqué un hotel por ahí que no fuera costoso. Al final encontré la Pousada Papaya Verde, a cuadras de la playa y del faro. La ubicación, perfecta. Cerca del mar, del Shopping de Barra, de restaurantes y en una zona donde me sentí muy segura. La habitación era pequeña y le faltaba algún perchero, pero era cómoda. Tenía minibar, aire acondicionado, ventilador de techo, un armario, baño privado con buena ducha caliente y bidet. A eso sumen una linda terraza con hamacas y sillones, un jardincito delantero (con monitos saguis) y desayuno buffet con jugos variados, tortas, frutas y demás. El área es tranquila y sólo me molestaron un poco los otros huéspedes que hablaban a los gritos en el pasillo. Atención y limpieza, impecables. Francamente, volvería a quedarme ahí. Ojo que solamente aceptan pago en efectivo.
Apenas llegué fui a una sucursal del Banco do Brasil para hacer el depósito requerido de reserva a las excursiones de Lençóis (adonde viajaría luego). Originalmente pedían un depósito por Paypal, pero por las restricciones que existen en Argentina no pude hacerlo. Hablé con la agencia y aceptaron mi propuesta de hacer el depósito al llegar a Brasil. No se puede hacer por cajero automático, pero el banco estaba vacío y me atendieron enseguida en la caja. Fue un trámite muy rápido (yo había llevado efectivo para tal fin). Tanto para la posada como para este depósito necesitaba dinero en efectivo por lo que llevé reales. Si están autorizados, pueden comprar en el banco donde tienen su cuenta con un límite por mes. Sino sólo queda el real Blue. En Brasil no pude sacar dinero de cualquier cajero. Únicamente pude hacerlo en los ATM del Banco Bradesco. Siguiendo los consejos de Sir Chandler, no retiré dinero con la tarjeta de débito, sino con la de crédito. No usé la tarjeta de débito para nada. Por otro lado, la última vez que había viajado a Brasil, trataron de clonar mi tarjeta de débito y leí que eso es muy común allá. No usen la tarjeta de débito (salvo que no tengan alternativa) y no entreguen la de crédito. En Brasil todos les van a acercar el postnet para no tocar el plástico. Aproximan la tarjeta y listo. Y hasta los vendedores ambulantes tienen postnet.
Fui luego al supermercado (compré principalmente agua mineral), compré un helado en Açaí Connect (autoservicio) y caminé un poco por la costanera. Finalmente me duché, cené pollo asado con arroz del super Hiperideal y me acosté temprano.
Aunque el pronóstico para el sábado decía que sería un día espléndido (como efectivamente resultó) en medio de la temporada de lluvias, no contraté ningún tour porque necesitaba descansar. Me levanté tarde, disfruté del variado desayuno de la posada y fui a conocer el fuerte y faro de Barra. Además de poder subir al faro propiamente dicho y tener una vista espectacular, se visita un museo marítimo. No recuerdo el precio de la entrada. No me di cuenta de bajar al Buraco da Sereia.
Más tarde fui a la playa de Porto da Barra, la mejor de la zona. No llevé dinero ni tarjetas. Dejé mis sandalias, toalla y cámara a los pies de una señora que prometió cuidarlas. Entré al agua con el celular en una funda. No me daba mucha confianza, pero bueno. Debo haber estado una hora en el mar, siempre vigilando mis cosas. Había mucha gente porque era fin de semana. Volví al alojamiento a ducharme y salí de nuevo hasta la zona de Porto da Barra porque quería comprar algunas cosas (hay varias tiendas). Vi el atardecer desde el Fuerte de Santa María y disfruté con el mapeo de pinturas de Carybé sobre el Fuerte de San Diego. Comí un helado en Doce Gelato y volví por la costanera. Al otro día sí tendría mi primer tour.
Originalmente me había contactado con De Boa Turismo porque tenían un descuento en un paquete de tres excursiones que me interesaban, pero al final no tenían una de las tres (la de Mangue Seco que quedó pendiente ya que ninguna agencia la hacía). Igual organicé dos paseos con ellos. En los dos me derivaron a otras agencias. El trato fue muy bueno, pero no realicé ningún tour directamente con esa empresa.
Al otro día me pasaron a buscar puntualmente a las 7:30 hacia Praia do Forte. La agencia a la que me derivaron se llama Tartaruga Azul Tours y me gustó mucho el servicio brindado.
Salimos hacia Praia do Forte. ¿Se puede ir en colectivo? Sí, pero no pude confirmar los horarios actualizados del transporte público. En principio se podría ir y venir en el día. Sino habría que quedarse a dormir en Praia do Forte. En los datos les paso lo que había averiguado.
Al llegar a Praia do Forte nos dividimos entre los que íbamos a hacer snorkel y los que no. Al ser optativa, la actividad no está incluida en el precio de la excursión. Obviamente yo no lo pensé mucho y como llevaba mi propio equipo de snorkel solamente pagué por las fotos (podría no haberlo hecho, pero quería esas fotos). La empresa se llama Galego Mergulhos. Equipo (snorkel + crocs) y fotos costaba R$70, sólo fotos R$30. Yo había llevado zapatillas de agua: una gran idea porque la playa es muy rocosa. Fue hermoso volver a hacer snorkel después de tantos años, ver a los peces alrededor mío y poder darles de comer en la boca.
Terminado el snorkel, fui al Proyecto Tamar para recorrer el sitio donde rescatan tortugas marinas. Ya había pagado la entrada (R$35) a la guía para no tener que hacer fila. La verdad es que acá me hubiera gustado tener un poco más de tiempo. Igual pude ver todo. Parece un pequeño zoológico con tortugas en piscinas. Tal vez por eso no me terminó de convencer. Tienen varios tipos de tortugas, algunas bastante grandes. Me gustó especialmente una albina que me miraba a los ojos a través del cristal. También tienen tiburones y rayas.
De ahí pasé a la pequeña iglesia San Francisco de Asís y al centro de artesanías. Me hubiera gustado tener más tiempo para ver las vidrieras de la calle principal. Pero debía volver al bus para ir a Guarajuba. Allí paramos en el Bar do Carlinhos donde podíamos usar las instalaciones y guardar nuestras cosas. Yo no comí nada del restaurante (dicen que la comida es muy buena, eso sí, carísima) sino una lata de ensalada de atún que había llevado. Me fui a la playa a hacer snorkel y por suerte encontré varios peces. Compré cocadas deliciosas a la vuelta del restaurante (Cocadas da Eylane). A las tres de la tarde fui a cambiarme y ya volvimos hacia Salvador. Fue un día perfecto.
Al otro día me levanté de madrugada porque me pasaban a buscar ¡a las 5am! Sí, una verdadera locura. Esta vez fui con la empresa LCR Brisa al Morro de São Paulo en la isla Tinharé. Tampoco tengo quejas respecto al servicio. En sí, lo mejor sería ir al menos dos días al Morro porque el viaje es largo y complejo y uno termina muerto de cansancio. Para ir por su cuenta, abajo les paso las posibilidades, pero en principio son dos: ir en catamarán o hacer el recorrido mixto que hice yo.
Bueno, me pasaron a buscar y fuimos en la combi hasta la terminal náutica para tomar el ferry a Itaparica. Llovía cuando salimos pero luego paró y pudimos ver un dorado amanecer. El ferry es un transporte público y el barco (de origen griego) está bastante descuidado. El ferry de Internacional Travessias permite autos y hay que llegar una media hora antes de embarcar. Sale uno por hora. Nosotros partimos a las 6:30.
Una vez en Itaparica (el trayecto es breve) tomamos el bus a Valença para llegar al embarcadero cercano (casi dos horas de viaje). Si quieren, pueden hacer esta combinación por cuenta propia y comprar el pasaje de Bom Despacho, Itaparica, a Valença por Cidade Sol. Es posible comprar el boleto en la terminal náutica de Salvador mientras esperan la partida del ferry. Los autobuses los esperan al llegar. Está todo muy organizado. El atracadero Bom Jardim está a 14km de Valença (hay que bajarse en la rotonda policial, pueden preguntar). Se puede ir en colectivo o taxi.
De esa pequeña terminal cruzamos en lancha al Morro. ¡Por fin! Importante: no hay autos allá. Como el terreno está lleno de subidas y bajadas y los hoteles están un poco lejos, pueden contratar un taxi-carretilla. ¿Qué es eso? Bueno, un hombre que les lleva las valijas en carretilla hasta la puerta del hotel. Lo mejor igual es no ir muy cargados.
El sitio es muy pintoresco y parece sacado de una película. Yo seguí al guía hasta la segunda playa donde estaba reservado el restaurant Sambass para dejar mis cosas. Nuevamente, no pensaba comer ahí. Volví sobre mis pasos, subí al faro y fui a tirarme en tirolesa del morro a la primera playa (80 reales). Una experiencia única. Después aproveché para conocer las demás playas. La segunda es la más turística, pero la tercera me pareció más tranquila. Tiene una larga pasarela y también hay hoteles y restaurantes. Finalmente llegué a la cuarta playa y sus piscinas naturales donde se puede hacer snorkel. Casi no hay olas y uno puede caminar entre peces. La marea estaba muy baja así que no se podía nadar. Lamentablemente se nubló y sin sol comencé a tener frío en el agua. La cuarta playa tiene 4km de largo así que no alcancé a visitar la quinta porque no tenía mucho tiempo. Finalmente, tras un manglar, está la playa del Encanto. La conoceré en algún otro viaje.
Volví caminando a la segunda playa donde comí mi lata de ensalada de atún como almuerzo. El sitio era el paraíso. Fui a cambiarme al restaurante donde tenía mis cosas. A las 14h comenzó a llover. No me preocupé mucho porque a las 14:50 ya teníamos que estar frente a la iglesia Nuestra Señora de la Luz para ir al muelle de vuelta. Así que si bien se nubló y llovió, no fue que se me arruinó el paseo. Aproveché para ver artesanías y comer un helado en la Ribeira, la heladería más famosa de Bahía que tiene varias sucursales (R$12 la bocha).
Fue interesante volver en lancha bajo la lluvia (con una cubierta de plástico). Claro que por el tema del clima el retorno se hizo mucho más largo. Otra vez el autobús (esta vez con más gente) y el ferry. Me senté arriba con la guía de otra empresa esquivando las gotas de lluvia. Tuvo el encanto de lo imprevisible, de lo distinto.
Tras muchas horas, volví finalmente a la posada. Me duché, comí algo y me acosté.
Al otro día había arreglado a través del alojamiento con la empresa Express para hacer un tour exclusivamente a la Ilha dos Frades. En principio había comprado esta excursión en Despegar con la agencia Luck, pero me dijeron que no la iban a realizar y tuve que cancelala (y todavía no tengo el dinero de la misma porque quedó a cuenta en Despegar). En todos lados te ofrecen Ilha dos Frades con Itaparica, pero yo quería ir solo a la primera por reseñas que había leído. La cosa es que a las 7 de la mañana me mandan un mensaje diciéndome que se suspendía el paseo por el estado del mar a la vuelta. Casualmente me dijeron que el tour a Frades e Itaparica no se suspendía. Al final, perdida por perdida y ya que me había levantado temprano, hice lo que no quería: acepté el tour a ambos sitios con tal de no perder el día. Luego descubrí que hay un catamarán que va únicamente a la isla dos Frades, aunque no lo hace todos los días. Abajo les dejo la info.
El tour empezó bien. Me pasaron a buscar puntualmente y fui a la oficina a pagar el paseo. Ahí me derivaron a otra empresa y me empecé a preocupar porque terminé en Cassi Turismo, que tiene las peores reseñas en internet. La única agencia adonde no quería terminar. Ellos me llevaron a su propia oficina de donde salimos hacia la terminal náutica (bastante caótico todo). El problema en sí no fue el paseo, sino que te engañan para sacarte más plata. Básicamente son estafadores.
El tour empezó bien. El barco era lindo y tenía música a bordo (claro que no te decían que no estaba incluido y que tenías que pagarles a los músicos R$10 en efectivo). La navegación a la ida fue tranquila. Pasamos por el fuerte San Marcelo y nos adentramos en la Bahía de Todos los Santos hasta la isla dos Frades. Son más de dos horas de viaje. Nos ofrecieron una bandeja de fruta (dos bandejas en total para todo el barco) así que agarré una rodaja de sandía y otra de papaya. Luego pasaron con una bandeja de bebidas y, aunque sabía que las bebidas se pagaban (y eran bastante caras), como me pusieron el vaso en la mano y entendí algo así como «cortesía» terminé aceptándolo. Fui una tonta. Yo no había llamado al camarero ni usado la carta para no pagar ninguna bebida, pero caí ante este engaño. Y eso que me considero inteligente. Pero ¿qué iba a pensar si me ponen un vaso en la mano? Sinceramente pensé que esa ronda de jugos (una mezcla de sobras que ni siquiera era un licuado) era gratis. Tampoco me dieron ningún vale de lo que tenía que pagar. Hacia el final del viaje fueron de mala manera a pedirme de pagara y cuando traté de explicarles lo que para mí era un malentendido se pusieron violentos. Por miedo a una escalada, terminé pagando. Los del catering son una mafia y tienen todo muy aceitado para estafarte.
Pero volvamos al paseo en sí. Llegamos finalmente a la isla dos Frades. Ahí se paga una tasa de R$25 (yo le había dado el dinero al guía) porque es una reserva natural. Estuvimos menos de dos horas ahí ¡Y yo quería estar todo el día! Ni siquiera tuve tiempo de subir a la iglesia Nuestra Señora de Loreto. Aproveché el tiempo haciendo snorkel, pero me hubiera gustado quedarme. Tampoco pude visitar otra playa. En lo posible, busquen una excursión que vaya solo a esta isla. Yo no lo logré, pero no pierdo las esperanzas de viajar alguna otra vez a Salvador y hacerlo.
De ahí fuimos a Itaparica, específicamente al restaurante Manguezal (sí, todo está diseñado para que sigas gastando plata). Como el barco no se puede acercar a la orilla bajamos en botes y luego a pie. Fue interesante. En la puerta del restaurante te dan un número. Yo dejé mis cosas con una familia de argentinos que había encontrado y salí a la playa. No pensaba ir a comer ahí. La playa es muy linda, no hay gente y encontré un cardumen de peces plateados. Yo nadé mientras los demás almorzaban. Finalmente entré de nuevo al restaurante, me cambié y para salir tuve que cambiar el número que me habían dado por un papel que decía que no había consumido nada. De nuevo me había llevado una lata de atún.
Retornamos al barco ya para regresar a Salvador. El atardecer fue de película. La última parte del paseo fue bastante movida así que tenían razón los de la otra agencia respecto al mar.
Los paisajes fueron hermosos. Lástima que por la actitud de ciertos individuos, el paseo resultó agridulce.
Los demás días ya no tomé excursiones de día completo. Yo tenía ganas de ir a Mangue Seco, pero no encontré ninguna salida. Pensé también en el tour a las playas de San Antonio, Imbassai e Itacimirim o en tomar un colectivo a otras playas de Salvador, pero la verdad es que las que tenía cerca ya eran preciosas.
Era 20 de julio y aproveché para dormir hasta tarde y aprovechar a full el desayuno. Luego caminé por la playa hasta el Morro do Cristo. Fui al shopping da Barra y encontré que podía comer barato así que almorcé en Raizes. Comida saludable y rica. Tenía un tour gratuito a pie por Barra a las 15 así que fui un rato antes a Porto de Barra y esperé metida en el agua. Así vale la pena esperar.
Como vino una familia argentina nos dividimos en dos grupos: uno en portugués y otro en español. Mi guía fue muy simpático y nos contó muchas cosas. No lo dije, pero fue mi festejo del Día del Amigo. Los miércoles los museos son gratuitos, por lo que entramos sin cargo al Fuerte de San Diego para ver las coloridas pinturas de Carybé (un pintor argentino radicado en Brasil) y al Espacio Pierre Verger en el Fuerte de Santa María (fotografías). Nos contó la historia de Salvador y sus raíces africanas.
El paseo terminó con el atardecer desde el Faro de Barra. ¿Qué más se puede pedir?
Volví al shopping para cenar, pero esta vez en Vida. También un buffet por peso. Estuvo lindo con música en vivo en el patio de comidas.
Tampoco me levanté temprano al otro día aunque, como sabía que el clima iba a desmejorar, me apuré a ir a la playa de Porto da Barra. Me habían dicho que era la mejor playa para hacer snorkel. Salí con lo básico, cosa de no preocuparme por dejar algo sin vigilar mientras nadaba. Fui hacia el muelle de piedra, adonde el guía del día anterior me recomendó que buceara. Encontré muchísimos peces, un cangrejo, calamares y ¡una tortuga! Fue mágico nadar con una tortuga marina. Estaba tan absorta que hice un mal movimiento y me lastimé las costillas. Luego volví a la posada a ducharme. Salí de nuevo hacia esa misma zona de la playa para ver artesanías. Volví cuando se nubló y comenzó a refrescar.
Recogí un abrigo para ampararme del viento y salí otra vez pero hacia el otro lado. Mi plan era conocer a pie las playas más allá del Morro do Cristo. Al final sólo llegué hasta Ondina, pero el clima estaba tan feo que todo se veía gris. Me alejé del viento y volví al shopping de Barra para cenar con música de jazz.
Al día siguiente abandonaría Salvador para adentrarme en el interior del estado de Bahía.
PENDIENTES: Tour a Mangue Seco (no se puede ir por cuenta propia o lo hubiera hecho), Buceo en Porto da Barra, playas de Itapuã & Flamengo.
DATOS:
12 martes Jul 2022
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Si son de Argentina y están pensando en vacacionar en el país estas vacaciones de invierno, tal vez les sirvan estas recomendaciones.
Si son como yo y no les gusta el frío:
¿No les importa el frío y quieren estar en contacto con la naturaleza?
Por supuesto, siempre queda ir a Mar del Plata o la Costa Atlántica y comer chocolate con churros frente al mar.
Sé que hay provincias que no nombré, pero me falta conocer Corrientes, Chaco, Formosa, etc. Respecto a Buenos Aires, si les gusta una ciudad con decenas de actividades, buena comida y vida nocturna, ya saben cuál es su elección.
10 domingo Jul 2022
Posted Información general, Paisajes, Paseos
inDespués de Bariloche fui a El Bolsón. Yo había conocido la localidad en 2020, pero apenas había estado un día y un día no es suficiente. Esta vez fui a la terminal en colectivo. Ahí partí puntual con la empresa Vía Bariloche, porque era la empresa cuya terminal estaba más cerca de mi hospedaje. Recuerden que hasta el momento no hay una terminal centralizada en El Bolsón y cada compañía tiene un lugar distinto de partida/llegada. Es bastante caótico. Creo que la terminal de Vía Bariloche es la mejor, porque tiene una oficina grande y está al lado de una casa de remises.
Llegué y caminé dos cuadras a mi alojamiento: el Hotel Luz de Luna. En mi viaje anterior me había interesado hospedarme ahí, pero como requieren de una reserva mínima de tres días tuve que elegir otro sitio. Ahora pude darme el gusto. No sólo es muy cómodo y céntrico sino que tiene un jardín precioso con flores y frutos de todo tipo y color. Mi habitación (lástima los dos pisos por escalera) daba al jardín y, más allá, se veía el cerro Piltriquitrón. Habitación limpia y confortable con wifi, televisor, placard y baño privado. La ducha no estaba muy separada del resto del baño, pero al menos tenía una cortina así que no hacía tanto enchastre. El desayuno no estaba incluido, pero te dan agua caliente a solicitud y te permiten guardar cosas en la heladera. Muy buena atención.
Como era día de feria, aproveché para recorrerla y comprarme el almuerzo: una porción de tarta de zapallitos y un cono de papas fritas. La feria de El Bolsón es famosa y tiene de todo. También fui a la agencia de turismo Grado 42 para abonar las excursiones reservadas.
Volví al hotel, pero no por mucho tiempo porque a las 15 salí en busca de un taxi ya que a esa hora no hay colectivos adonde yo necesitaba. Tenía un turno para canopy en la zona de la cascada de Mallín Ahogado y no podía llegar tarde. Todas las remiserías estaban a full. La que está junto a la terminal de Vía Bariloche tenía una demora de más de media hora. Finalmente encontré una opción más rápida en Remises Piltri. Compartimos el remise entre cuatro que íbamos para el mismo lado, pero cada uno tuvo que pagar el total (no se compartieron los gastos, en mi caso pagué $750).
La actividad de canopy o tirolesa estuvo genial. Fue muy divertido. Se realiza en medio del bosque «sobrevolando» arroyos con varias alturas y velocidades.
No quería volver a gastar lo mismo así que salí a ver si pasaba el colectivo. Tal vez debí haber caminado a ver la cascada, pero la verdad es que ya había visto varias cascadas en los últimos días y por las fotos no me parecía tan impresionante. Estuve un rato en la ruta. Llegaron dos chicas que habían hecho canopy conmigo y juntas hicimos dedo. No tardamos mucho en encontrar quien nos acercara al centro.
Ya en el centro fui a agasajarme con un helado de Jauja… ¡Me había pasado la pandemia pensando en los helados de Jauja! Esta vez no dejaría pasar ni un día sin mi helado. Este primero fue de chocolate blanco con frambuesa y sauco de la pasión. ¡Qué felicidad! Para la noche compré pastel de papas en la rotisería que encontrara en mi otro viaje: Roti Sara.
Es posible comer en el comedor del hotel o en el jardín.
Al otro día tuve mi última gran excursión. Desde mi otro viaje a El Bolsón sabía que el lugar más importante para conocer era el «Cajón del Azul». Sin embargo, también sabía que es un trekking exigente de unos 20 km (ida y vuelta) y mi físico no iba a poder. Por suerte encontré la solución: hacer el recorrido a caballo. Contraté la excursión por agencia para aprovechar el previaje, pero sino es más económico arreglar directamente con Guayito Cabalgatas. Me pasaron a buscar temprano para ir al camping de Wharton ya que la cabalgata sale de ahí (si quieren hacer la cabalgata es importante que reserven antes porque es una actividad muy solicitada). Si van en colectivo a Wharton, tengan en cuenta los horarios y el hecho de que se llenan.
En Wharton se organizó la caravana: caballos, guías y jinetes (algunos expertos, otros completamente novatos). Mi caballo se llamaba Tobiano y tenía 8 años. Siempre quería ir adelante. El recorrido a caballo fue de dos horas hasta el Cajón del Azul. Hay muchas subidas y bajadas (me asustaban un poco las bajadas). La vuelta nos llevó el mismo tiempo. No caminé, pero igual me dolió todo el cuerpo. No me quiero imaginar lo que hubiera sido a pie. Yo creo que no llegaba.
Hay paisajes increíbles. Lástima que estaba nublado. A caballo vas por el mismo camino que los demás así que podés disfrutar de las mismas vistas. Camping La Playita, La Tronconada, puente y Camping Cajón del Azul. Allí bajamos de las cabalgaduras, estiramos las piernas y el guía, Eduardo, nos llevó a ver el Cajón propiamente dicho. Fue un recorrido de media hora para sacar fotos. Luego nos dio tiempo libre para comer y descansar un rato.
Una chica y yo habíamos encargado en el camping media tarta de zapallitos y ya estaba lista cuando volvimos. Almorzamos y fuimos a los pozones. Para eso teníamos que volver sobre nuestros pasos hasta el puente. El agua se veía bellísima y había gente nadando, pero para mí el agua estaba helada. No pasé de meter los pies. Después de un rato volví para despedirme del Cajón y sacar fotos sin gente ni apuro. Se hizo la hora y emprendimos el regreso.
Fue una experiencia única. No sé si el Cajón del Azul es tan espectacular como dicen. Es hermoso, pero cada rincón de la Patagonia lo es. ¿Vale la pena ir caminando? Depende de cada uno.
Ya otra vez en el centro, volví a Jauja y comí un helado de chocolate brownie y calafate. Para la cena comí las sobras del pastel de papas que la dueña del hotel me calentó en el microondas.
Al día siguiente me lo tomé con calma. Me levanté tarde y almorcé un helado (ya saben de dónde) de tiramisú y limón + jengibre. Compré frambuesas en la feria y las fui comiendo todo el día. ¡Tan ricas!
Al mediodía fui hasta la agencia de turismo para el traslado hasta El Maitén. Hay colectivos, pero nuevamente el problema es combinar horarios con la actividad que uno quiere realizar. Nuestro grupo fue específicamente para el paseo en La Trochita. ¿No había hecho yo ya el paseo cuando estuve en Esquel? Sí, pero uno de los trayectos. Originalmente era un sólo recorrido, pero luego los fueron recortando y quedaron trayectos separados. Yo quería conocer ambos porque amo los trenes.
En El Maitén además de un pequeño museo, están los talleres y uno puede visitarlos con una guía. Es increíble cómo hacen para reconstruir elementos de la década del 20. Las locomotoras de Esquel no son las mismas que las de El Maitén, unas son de Estados Unidos y las otras de Alemania.
Otra diferencia es que apenas uno sale con el tren, se hace una parada fotográfica para tener la panorámica del mismo sobre un puente. El recorrido es corto, sobre la estepa. En este sentido, los paisajes que atraviesa de Esquel a Nahuel Pan me parecieron más fotogénicos. Los de El Maitén a Ing. Bruno Thomae son más llanos y por ende menos llamativos. El destino también es distinto. Nahuel Pan es una comunidad mapuche-tehuelche. Allí uno puede comer algo, ver artesanías, etc. Ing. Bruno Thomae es simplemente un punto en el mapa donde no hay nada. Lo bueno es que se sacan mejores fotos del tren porque hay menos gente.
En síntesis, son dos paseos diferentes y complementarios y me alegro de haber podido hacer ambos. Si no sos fanático de los trenes como yo, creo que lo mejor es elegir según conveniencia.
Volvimos a El Bolsón y compré un sandwich de milanesa en la rotisería, una respuesta al sandwich que comprara en 2020 y del cual me desapareciera la mitad en el hotel. The North remembers.
Al otro día tomé el colectivo de las 9 a Lago Puelo. Tarda una hora y yo quería llegar tranquila ya que a las 11 tenía programada (y pagada) una excursión en barco. Los colectivos van por avenida y la parada estaba a dos cuadras del hotel. El colectivo deja en la entrada al Parque Nacional. Pero en las oficinas del parque no había nadie así que no pagué entrada. Seguí caminando hasta el muelle y ahí cambié el voucher que me dieron en la agencia por el ticket propiamente dicho de Náutica Puelo.
Náutica Puelo tiene dos paseos: uno por las bahías y otro hasta el límite con Chile. Yo quería hacer este último. Como tenía tiempo caminé un poco. Todavía estaba fresco, pero ya iba a subir el calor. Lamentablemente varios senderos estaban cerrados, no sé por qué. Aproveché a deambular por la orilla y a comer moras silvestres (hasta que me pinche feo la pierna con las espinas del calafate).
Finalmente llegó la hora de la navegación. Fue hermosa. Descendimos en el Muelle Los Hitos para un recorrido a pie. Debe ser muy lindo hacer caminando el trayecto de Lago Puelo al muelle para ponerse en contacto con la naturaleza (son unos 9km desde el muelle de Lago Puelo, a unos 4,5 km hay un camping agreste llamado Arroyo Las Lágrimas).
Nos metimos en el bosque y entre arroyos y puentecitos hicimos los 500m hasta la frontera con Chile. Llegamos a los Hitos y sacamos fotos del lado argentino y del lado chileno. En un año sin pandemia se podría seguir y a 8 km encontrarse con el puesto de carabineros. Claro, caminando.
Dimos una vuelta y bajamos a los rápidos para más fotos. Un sitio espectacular que sinceramente no esperaba. Desde ahí retornamos al muelle y a la embarcación. Nueva navegación por el brazo oeste.
Ya ahora tenía el resto del día libre. Tomé un licuado de leche y frambuesas y caminé por el sendero del Pitranto hasta la Playita. Hacía mucho calor así que me metí en el agua. En principio iba a ir a El Hoyo para conocer el Laberinto, pero al final decidí aprovechar la arena blanca y la temperatura del agua que ¡oh sorpresa! no estaba fría. Bueno, no tenía la temperatura del Caribe, pero al estar protegida estaba a una temperatura coherente y disfrutable.
Me encantó ese día veraniego a pura playa y aguas cristalinas. Volví a El Bolsón por la tarde y ¿qué hice? Comí en Jauja un helado de chocolate profundo y pomelo. ¿Por qué no ponen una sucursal en CABA? Para la noche compré empanadas en La empanadería: quinoa y roquefort, carne cortada a cuchillo y pollo.
Ahora sí se iban acabando mis vacaciones. A la mañana siguiente fui a ver la costa del río (no tiene costanera o no la encontré) y recorrí la feria artesanal por última vez. Comí una empanada caprese que me había sobrado de la noche y un helado de lemon pie y murra. ¡Chau heladería!
A las 13:45 salí en el micro de vuelta a Bariloche. Otra vez en el departamento por unas horas. Sinceramente no quería volver a Buenos Aires. Compré churros riquísimos en El Topo (que descubrí que tiene un negocio cerca de mi trabajo en el centro): uno de vitel toné y dos más cubiertos de chocolate. Vayan y prueben.
Caminé por el centro y la costanera del lago Nahuel Huapi. Finalmente cené una deliciosa trucha a la parrilla con papas rústicas en La Marca ($1500). No podía irme de la Patagonia sin haber comido trucha.
Vi el atardecer desde la plaza del Centro Cívico.
Llegó el fin de mi viaje y al otro día fui en colectivo al aeropuerto. Todo fue puntual y tranquilo. Mi viaje por el sur de Argentina había terminado.
PENDIENTES:
Cuando vuelva, creo que me quedaré en Lago Puelo al menos un día porque siempre fui de pasada. De El Bolsón me falta conocer la base del Piltriquitrón y el Bosque tallado. También pueden ser interesantes los miradores del Cerrito de la Cruz.
Otro sitio donde alojarme será El Hoyo. A dos kilómetros está la Cascada Corbata Blanca y desde ahí puedo ir al Laberinto y a Puerto Patriada (me recomendaron mucho Puerto Patriada). ¿Visitar alguna chacra? No hay mucho transporte y las combinaciones son complejas, por eso creo que quedarme en El Hoyo facilitará estos paseos.
DATOS: