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Para ir de manera directa de Villa Pehuenia a Junín de los Andes me levanté a las 3:15 de la madrugada para desayunar y no olvidarme nada. Había reservado un taxi para las 5 (hay que reservarlo el día anterior), pero por suerte estaba levantada porque llegó 20 minutos antes. Me dejó enfrente de donde salía el micro a las 5:30. Todavía era de noche pero afortunadamente no estaba sola ya que había otras dos chicas esperando en la oscuridad y el frío. No hay nada abierto y apenas un farol en la calle. Recuerden que Villa Pehuenia no tiene terminal. Ya era malo, pero empeoró porque me pasó algo inédito. Un perro se me acercó y me orinó en la pierna. ¡No soy un poste! Cuando el chofer del micro se acercó al vehículo le pedí si había algún baño donde higienizarme la meada (los colectivos de Campana II no tienen baño) y me dejó pasar al baño que usan de la empresa y que está en el kiosco El Gaita. Me lavé un poco. Salimos puntuales.

Vi un amanecer helado entre los cerros. Paramos en Aluminé unos minutos y seguimos a Junín de los Andes donde llegamos temprano. Todavía con sueño, tomé un taxi al apart hotel Michay. Por suerte no tuve que esperar mucho por la habitación/departamento. Comí las empanadas que comprara en Villa Pehuenia, me duché y me acosté a dormir.

El Michay me gustó mucho. Originalmente había elegido otro alojamiento y como me faltaba una noche la agregué en este sitio que era económico y cercano al otro. Creo que si vuelvo a Junín de los Andes iré directamente a este hospedaje. El departamento contaba con un comedor con televisión con cable, cocina completa, dormitorio enorme y tranquilo y baño con ducha caliente. Lo único que no me gustó fue que la ducha no tenía separación y se mojaba todo. Por lo demás, perfecto. Muy cómodo, limpio y amplio.

Me desperté de la siesta y a las dos de la tarde estaba en el centro para un paseo de rafting. Sí, rafting en el río Chimehuin. Fui con la empresa Picurú Viajes y Turismo, la única agencia en Junín de los Andes (creo). Estaba cansada pero debía ser ese día o nunca ya que al otro día iba a cambiar el clima. Sería el fin de los preciosos días soleados. La actividad se realiza yendo hacia el Lago Huechulafquen (de donde nace el río) por lo que era posible mirar la grandiosidad del volcán Lanín desde las aguas. Lamentablemente no saqué ninguna foto porque no llevé la símil GoPro y no iba a arriesgar mi cámara en medio del rafting. A veces hay que disfrutar algunas cosas sólo reteniéndolas en la memoria.

La experiencia fue muy linda, pero el viento me congeló. Ya se notaba que venía el frío patagónico. Algunos hicieron un clavado desde una piedra elevada al río. Parecía interesante, pero yo estaba tratando de entrar en calor y no quería empaparme. Sufro mucho el frío.

El paseo terminó, nos cambiamos de ropa y merendamos tortas fritas caseras con mermeladas regionales y una bebida caliente. Ahí sí quedé de cama.

Compré una pizza chica en La Nana (pizzas y picadas super tentadoras), la calenté aprovechando el horno y comí la mitad a modo de cena.

Al otro día me cambié de alojamiento y fui al hostel El Reencuentro. Había elegido este sitio porque contaba con Pre-Viaje y era económico y tenía buenas reseñas. El hostel no estaba nada mal, obviamente mi habitación no era tan amplia como la del Apart Hotel, pero el baño era mejor. Yo fui a una habitación con baño privado. La cama era enorme y bien cómoda, había un televisor, un baúl, percheros y una estufa eléctrica. El hostel cuenta con cocina completa, un lindo comedor e incluía el desayuno. Muy buena atención y limpieza. Lo único que, al ser un lugar chico, podía ser ruidoso. De hecho, en recepción ponían música fuerte aún cuando no había nadie, pero la bajaron en cuanto se los pedí.

El clima desmejoró. Bye Bye Sun. Igualmente ese día quería tomármelo con calma. Fui tranquila al centro, al supermercado y al Museo Arqueológico. Es un museo chiquito, pero la chica que atendía me hizo un recorrido guiado que resultó muy entretenido. Vale la pena para conocer un poco más sobre la cultura mapuche.

Al mediodía comí el resto de la pizza. Más tarde subí al Vía Christi con el audioguía en el celular (está en Youtube). Hermoso pero cansador. Fascinada con las explicaciones y las esculturas, tardé mucho más de lo que pensaba. En cada estación me quedé un largo rato escuchando el por qué de la obra de arte y sacando fotos. Es como ir a una galería a cielo abierto. Las esculturas no sólo tienen relación con la vida y pasión de Cristo, sino también con la cultura mapuche (como todo en Junín de los Andes) y la política. A muchos que buscaban sólo el aspecto religioso no les gustó el parque. Por ejemplo, en la escultura de Cristo despojado de sus vestiduras por los romanos, Cristo tiene rasgos indígenas y los romanos son Julio A. Roca y F. Pizarro (busquen si no lo saben qué relación tienen estas dos figuras históricas con los pueblos originarios). No sé, cada obra tiene múltiples interpretaciones.

En lo alto del cerro, en la parte más empinada está la última escultura: el Cristo Luz. Es una escultura gigantesca de vidrio de Cristo emergiendo del cerro, como crucificado, pero sin cruz. Es impactante. No puedo describirlo. Sólo puedo decir que vale la pena el esfuerzo de la subida. Además se puede entrar a la cabeza y adentro hay rosales y un anfiteatro. Yo no lo vi, pero parece que a la noche se ilumina.

De ahí fui a la iglesia Nuestra Señora de las Nieves y Beata Laura Vicuña. Allí también se realiza una fusión artística entre el cristianismo y la cultura mapuche. Sean o no religiosos, tienen que visitar ambos sitios. Desgraciadamente me perdí la charla sobre Laura Vicuña, la niña beata.

A la noche me preparé salchichas con guacamole. Lo bueno de estar en un hostel es poder ahorrar en restaurantes.

El día siguiente fue la primera decepción del viaje. Hizo mucho frío y hasta me sorprendió la caída de agua nieve. Pero el problema principal no fue únicamente el clima. Yo quería ir a Puerto Canoa, en el Parque Nacional Lanín para hacer trekking por la zona de los lagos Huechulafquen y Paimún (y si era posible, un paseo en catamarán). Yo conocí la zona hace un par de años cuando fui en un tour desde San Martín de los Andes, pero ahora quería ir por libre. Sin embargo, ya no hay transporte público porque la empresa Castelli abandonó el servicio. ¿Las razones? Todos me dijeron cosas diferentes así que no sé cuál es la verdad. El resultado es el mismo. No hay manera de ir por cuenta propia al Parque Nacional, excepto que sea en taxi (y no es nada barato). Debe ser el primer Parque Nacional que conozco al que no se puede ir por cuenta propia si no tenés auto. Yo podría haber ido en un tour el día anterior aunque no me convencía la idea de volver a realizar una excursión armada. Luego supe que una pareja que se alojaba en el hostel había ido en auto en la víspera, pero -aunque le pedí a la gente del hostel que por favor me averiguara si alguien salía al Parque Nacional (yo no podía hablar con todos)- me enteré recién cuando me iba a San Martín de los Andes. Igual, de haber sido un lindo día tal vez me hubiera animado a hacer dedo en la Ruta 40 que está a metros del alojamiento.

Fue un revés, pero no es que perdiera tanto porque, como dije, ya fui al lugar en otro viaje y, como mi primo vive en San Martín de los Andes, es muy probable que viaje de nuevo allí (Junín está a una hora en micro de San Martín). Tal vez tenga más suerte en otro momento.

Con un tiempo así, no había mucho para hacer. Fui al centro y me refugié en el Museo Histórico para evitar congelarme. Es un museo muy pequeño pero calentito frente a la plaza principal. Compré lengua a la vinagreta y ensalada rusa en la rotisería More porque quería darme un gusto.

Volví al hostel, comí bastante, hice la digestión y volví a salir. El frío no me entusiasma. Decidí recorrer la costanera del río Chimehuin. El puente es precioso. Luego vi artesanías y me senté en la confitería La Ideal a tomar un submarino con una porción de pastafrola. Había mucha espera pero pude sentarme junto a una ventana. Nada mejor en un día frío que un submarino bien chocolatoso.

Volví al hostel, preparé todo para mi partida al otro día y cené el resto de las salchichas con champiñones de lata. ¡Demasiada comida!

Para ir a San Martín de los Andes tomé el colectivo Castelli de las 10:30. Se paga en el colectivo que sale de la terminal y que es casi un colectivo urbano así que tiene una frecuencia de uno por hora. De no haber estado lloviendo quizás hubiera pasado el día en Junín, pero con lluvia no tenía nada más que hacer. Como dije antes, el colectivo tarda una hora aproximadamente en llegar a la terminal de San Martín (aunque tiene paradas previas). Digo aproximadamente porque el tránsito de San Martín era terrible. Fui directamente a la terminal para comprar los pasajes a Hua Hum (si uno no lo hace con anticipación, luego no se consigue lugar) y después me tomé un colectivo de línea a casa de mi primo.

Como estuve con mi familia y el clima no mejoraba, no salí mucho. Dimos algunas vueltas por el centro y una tarde subimos al cerro Chapelco. Sí puedo decir que probé las empanadas de El Caldero que tiene mucha variedad. Ah, y cenamos una tabla caliente + milanesa de ciervo en un restaurant junto al lago: La Costa del Pueblo.

Tal como había planeado, después de un tiempo con la familia, fui a Hua Hum y por fortuna ese día salió un sol espléndido. La única empresa que hace el trayecto es La Araucana y, tal como escribí antes, los pasajes se sacan en la terminal. No se puede reservar por teléfono ni comprar en otro sitio. La combi salió puntual y llena aunque la mayoría no iba a Hua Hum sino a la playa de Yuco, una de las playas más hermosas que existen con aguas turquesas. El camino está en muy mal estado así que no sé si lo recomiendo para ir en auto. Me bajé frente a la Hostería Hua Hum y, ya que era temprano para el check in, dejé mis cosas y salí a caminar. Creo que esa hostería es el único hospedaje allá, a poca distancia del paso a Chile (cerrado por el Covid).

La hostería es una opción al camping ya que ofrece cabañas, habitaciones con baño privado y habitaciones compartidas. No es un hotel de lujo y lo mejor que tiene es su ubicación magnífica en la orilla del lago Nonthué. Por esto solo vale la pena el precio. Mi habitación era amplia, con un gran placard y dos camas (una matrimonial y otra single). Lamentablemente ninguna habitación tiene vista al lago y la llegada del wifi era inestable. La hostería no cuenta con wifi propio sino que se usa la del Parque Nacional.

Bueno, salí hacia el Castillo van Dorsser que es donde se encuentra la oficina de turismo y revisé en los mapas el itinerario que quería hacer. Mi intención: llegar a la Cascada Chachín. Me explicaron que si quería ir por la Huella Andina (un recorrido de trekking por la Patagonia) tenía que seguir hasta el cartel de la casa del guardaparque y que ahí, a la derecha, iba a ver el comienzo del sendero con una identificación celeste y blanca. Esta identificación va guiando la senda en el bosque para no perderse.

Crucé el puente sobre el río Hua Hum y seguí por la ruta hasta el comienzo del sendero (que termina en Ruca Ñire). El paseo entre los árboles de la Selva Valdiviana, lejos de la gente y en contacto con la naturaleza fue lo mejor de todo. En un momento hay que dar un desvío para llegar a la Cascada. Fue hermoso. Lástima que la cascada se ve de muy lejos.

Volví a la hostería por el mismo camino y me quedé un rato en la orilla del río Hua Hum donde metí los pies en el agua. Compré tortas fritas y algo para tomar en la proveduría frente al alojamiento.

De vuelta en la hostería, me quedé un largo rato en el muelle. Me duché y cené pollo al disco (el restaurante del lugar funciona al mediodía pero si uno se hospeda ahí puede encargar la cena) en el comedor con un gatito mimoso que subió a mi falda. Luego me quedé en el muelle hasta que salieron las estrellas.

Al otro día volvió la lluvia. Llovía torrencialmente y había alerta amarilla en la zona. Segunda decepción de mi viaje. Yo quería ir a las termas de Queñi. El trayecto caminando es bien largo (12km hasta el lago + 4km a las termas), pero pensé que tal vez podría ir a pie y volver a dedo (o a la inversa). Pero con semejante tormenta no sólo no pasaban autos sino que debía estar inundado. Lo peor es que empezó a llover sobre mi cama. Hubo que sacar el colchón, mover la cama al costado y todo se trastocó. Esa noche, en vez de dormir cómoda en una cama matrimonial tuve que dormir en la single contra el placard (que ya no pude usar) porque era la única área de la habitación donde no entraba agua. Mi pieza parecía salida de una villa de emergencia y tengo que agradecer que no se me mojó la ropa ni nada personal. Entiendo que es una circunstancia especial, pero en este sentido hubiera esperado una actitud más activa de la gente de la hostería o al menos un descuento ya que no podían darme otra habitación.

No había mucho que hacer así que me quedé en el comedor esperando que parara un poco. Desde ahí era posible ver el lago y ¡otra vez el gato en mi falda!

Decidí almorzar en el restaurant: bondiola braseada al oporto. Estuvo rico, pero fue incómodo cuando me echaron porque ya había terminado de comer. Comprendo que es temporada alta, pero hay maneras y maneras de decir las cosas.

Cuando paró de llover salí a caminar. Absurdamente el museo del castillo estaba cerrado a causa del mal tiempo. Justamente un museo, la visita ideal para un día así. O sea, abren cuando hay sol y cierran cuando llueve. En la oficina de turismo me recomendaron ir por la ruta y no meterme por senderos porque podían caerse árboles.

Comencé a caminar por la ruta y no pasaba ningún auto. Un perro me acompañó gran parte del camino. Seguí por el camino al lago Queñi hasta que pasé una pequeña población. No avancé mucho más. Cuando volvía volvió a salir el sol así que el atardecer fue maravilloso. Afortunadamente también conozco las termas de Queñi, pero quería ir de nuevo. No pudo ser.

Esa noche sólo cené una sopa instantánea de zapallo.

Mi último día en Hua hum amaneció horrible, lloviznando. Esta vez unos huéspedes de la hostería me invitaron a acompañarlos a la cascada Chachín en auto. Yo ya había ido el primer día, pero no tenía otra cosa que hacer y me parecía interesante hacer el trayecto con otro tipo de luz. Las fotos salen diferentes. Luego caminé por la zona de la hostería. No me fui muy lejos. A las 17 tomé desde el castillo la combi de vuelta a San Martín de los Andes. Y de la terminal, el micro a la casa de mi primo.

Al otro día viajé a Villa La Angostura.

SENDEROS PN LANÍN:

  • Circuito Curruhue Termas: Termas de Epulafquen, hoya natural de 19 pozos. Desde Laguna Verde pasando El Escorial.
  • Senda al Achen Niyeu. Desde el camping agreste laguna Verde hasta el volcán también llamado El Escorial. Arena negra. Dificultad media-alta. 6km. Huella Andina.
  • Senda Laguna Verde – Puerto Arturo: 1) Etapa Laguna Verde – Rincón de Pinos. Dificultad alta, 16 km. Huella Andina por bosques de araucarias y cacadas. 2) Etapa Rincón de Pinos – Auquinco. Dificultad baja, 11,45km Huella Andina. 3) Etapa Auquinco – Puerto Arturo. Dificultad media, 12,6km. Huella Andina. Termina en el camping frente al lago Lolog.
  • Senda Circuito Malleo. Vistas del volcán Lanín y playa de origen volcánico del lago Tromen. Dificultad media (alta si hay nieve). 7,45 km en total.
  • Senda cascada El Saltillo, dificultad baja. 800m desde Puerto Canoa.
  • Senda Población Casanova – Pucará: Dificultad baja, 5,5km. Huella Andina.
  • Tramo Hua Hum- Quila Quina: 1) Etapa Hua Hum- Ruca Ñire. 14km, dificultad baja. 2) Etapa Ruca Ñire – Puesto Casanova. 15,7km, dificultad media. Iniciar caminata antes de las 9h. 3) Etapa Puesto casanova – Quila Quina. Dificultad baja, 10km.

DATOS:

  • Campana II de Villa Pehuenia a Junín de los Andes: $1478. Sale a las 5:30, llega a las 9:30 o antes.
  • Via Christi: $200 entrada.
  • El Caldero: 2944290203 (delivery). Probé la de hongos y la de bondiola barbacoa. La próxima vez iré por pollo al verdeo, ternerita a la criolla o las regionales (ciervo, cordero, trucha).
  • La Araucana a Hua Hum: $770.
  • Se puede acceder a Hua Hum y a la cascada Chachín en un paseo en Catamarán desde San Martín de los Andes.
Río Hua Hum